jueves, 23 de marzo de 2023

Farmaindustria: I Foro de Alto Nivel Valor socialdel medicamento


 

Son muchos los estudios y expertos que relacionan la inversión en salud con la prosperidad de un país y con la reducción de las desigualdades sociales. Varios de estos análisis y teorías, en los que también se abordan los beneficios de la colaboración público-privada en el campo de la I+D+i, se plasmaron en el I Foro de Alto Nivel sobre el valor social del medicamento celebrado recientemente por Farmaindustria

 Más allá de la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos, y el despliegue de plantas de fabricación a lo largo y ancho del planeta, la industria farmacéutica tiene también asociadas a su actividad una serie de beneficios de carácter social. Desde la creación de empleo hasta la ampliación de la longevidad media, pasando por la mejora de la calidad de vida de los pacientes, las dinámicas de las empresas que la componen y los productos que sacan al mercado aportan diversos beneficios a la sociedad.


Un ejemplo de esta realidad lo encontramos en algunos de los trabajos del economista Frank R. Lichtenberg, profesor de la Universidad de Columbia (EE.UU.) y especialista en el campo de la economía de la salud desde hace más de 30 años. Uno de sus últimos estudios, aún pendiente de publicación, está relacionado con el tratamiento del cáncer en España entre los años 1999 y 2016, y tiene como objetivo analizar el impacto de los fármacos innovadores en los pacientes oncológicos.

Según explicó en el I Foro de Alto Nivel: El medicamento y el valor social de invertir en sanidad, organizado recientemente por la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica (Farmaindustria), la comercialización de nuevos medicamentos oncológicos consiguió aumentar la esperanza de vida de pacientes con cáncer en España 2,77 años en el periodo analizado.

Según sus cálculos, solo en el año 2016 el número de fallecimientos entre estos enfermos se redujo un 29%, unas 42.000 muertes menos. Y desembocó en una caída de los AVPP (los años de vida potencial perdidos, un concepto habitualmente utilizado en investigación sanitaria) de 333.000 antes de los 75 años. Todo ello está asociado a un arsenal terapéutico cada vez mayor y más moderno contra los distintos tipos de cáncer a los que pacientes y oncólogos se enfrentan diariamente.

Se trata de nuevos medicamentos con un alto nivel de coste-efectividad: según las cifras aportadas por Lichtenberg el gasto en estos fármacos por cada año de vida ganado fue de casi 3.300 euros por paciente. Un coste mucho menor que la renta per cápita de España, que en 2016 rozaba los 24.000 euros y que supone el límite marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinar ese coste-efectividad de una o varias terapias.


Inversión en salud

El profesor de la Universidad de Columbia ha realizado a lo largo de su trayectoria otros trabajos relacionados con el sector sanitario y la industria farmacéutica en los que se han recabado diferentes conclusiones. Por ejemplo, que hasta el 73% del incremento de la esperanza de vida en los países desarrollados en la primera década de este siglo se debía a los nuevos medicamentos comercializados en ese periodo.

O también que por cada euro de gasto en nuevos medicamentos se consigue un ahorro directo en otras prestaciones sanitarias de entre 2,3 y 7,2 euros, así como beneficios indirectos que van de dos a ocho veces el coste de la inversión farmacéutica, una idea que también lanzó Antón Costas, presidente del Consejo Económico y Social (CES) en el mismo foro.


La pandemia nos ha hecho ver que teníamos las prioridades equivocadas y que lo acertado es invertir en salud pública, ya que mejora la equidad del país y aumenta la eficiencia económica. Un euro invertido en este ámbito es un multiplicador en términos económicos y de empleo, muy superior al que puede darse en otros sectores”, explicó Costas.

Este reconoció que desde el punto de vista macroeconómico no es fácil plantear modelos predictivos que determinen cómo la inversión en salud incide en el crecimiento y la productividad. Algo en lo que coincidió otra de las ponentes del Foro, Marta Trapero, profesora e investigadora de Economía de la Universidad de Lleida, según la cual es importante diseñar mecanismos de medición y análisis que determinen cuál es el valor que genera la innovación en el ámbito de la salud.

En este sentido, el portavoz del CES aseguró que hay coincidencias en el último siglo “que nos hacen ver que inversión en sanidad y crecimiento económico están relacionados”. 

Y puso el ejemplo de dos etapas del siglo pasado: el tramo posterior a la II Guerra Mundial, de los años 40 a los 70, cuando se crean los grandes sistemas nacionales de salud y se impulsa con fuerza la industria farmacéutica; y la que va de los 70 hasta finales de siglo, acercándose hasta nuestros días, en la que la inversión en sanidad se estanca. 

 

En la primera los datos de crecimiento, productividad, dinamismo económico, creatividad de la población, etc. se desarrollan de una manera extraordinaria. Mientras que en la segunda los indicadores económicos no han sido tan positivos en ningún momento. Puede ser una casualidad, pero la coincidencia en el tiempo hay que tenerla muy en cuenta”, dijo Costas. 

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