sábado, 28 de noviembre de 2020

Covid-19: Virus y atunes...la saga de empresarios gallegos que hará la vacuna / Javier Blanquez

 


Si usted se encuentra con los apellidos Fernández López, así juntos, algo que estadísticamente resulta altamente probable en cualquier momento del día, seguramente no le sugieran nada. Son tan comunes, incluso yendo aparejados, que podrían ser los suyos, o los que lee en el buzón del entresuelo cuando sobrepasa el portal de su comunidad de vecinos. Pero en Vigo y en sus alrededores, y aún más en Porriño, la familia Fernández López, lejos de sugerir algo común, es sinónimo de prosperidad y empleo.


Fue en 1960 cuando José Fernández López fundó Pescanova, hoy un gigante de la alimentación y la pesca que condiciona decisivamente la riqueza de la zona, pero antes de eso José había fundado con su hermano Antonio, provenientes de Lugo tras el final de la guerra civil, una empresa farmacéutica a la que llamaron Zeltia.

Cuenta la historia oficial de la compañía que aquel arranque tuvo algo de reconciliación de los dos bandos tras el final de la guerra –los Fernández López simpatizaban con los nacionales, y su socio en el arranque de Zeltia, el químico barcelonés Fernando Calvet Prats, antiguo estudiante en Oxford, había sido un represaliado del franquismo, desposeído durante años de la cátedra que había ganado en la universidad de Salamanca–.

Zeltia prosperó y se diversificó en las décadas siguientes, convirtiéndose en un moderno grupo farmacéutico especializado, generalizando mucho, en antibióticos para humanos, vacunas para animales y productos para la industria agrícola, y quedó en manos de Antonio Fernández López cuando su hermano José comenzó con Pescanova. Pasado el tiempo, no hace falta explicar qué es Pescanova –basta con ir a la sección de congelados de su supermercado preferido–, mientras que Zendal creció hasta cotizar en bolsa y consolidarse como una de las principales farmacéuticas de España, aunque lógicamente desconocida para el grueso de la población.

Ver: Zendal, la farmacéutica veterinaria gallega que hará la vacuna de Bill Gates

Sin embargo, la actual pandemia acaba de proporcionar a los herederos de los hermanos Fernández López una inyección de actualidad y relevancia, pues serán dos empresas de Porriño surgidas de la matriz original de Zeltia las designadas, por ahora, para comenzar a producir antígenos –es decir, los activos que crean anticuerpos en el sistema inmune– de dos de las vacunas contra el covid-19 que están en un estadio de desarrollo más avanzado: Pharmamar, que actualmente preside José María Fernández de Sousa (hijo de José Fernández), tiene la licencia de Moderna para la UE, mientras que esta semana ha sido Zendal, presidida por Pedro Fernández Puertas (hijo de Antonio Fernández y nacido, como la primera empresa, en 1939), quien haga lo propio con la vacuna de Novavax, uno de cuyos inversores es la Fundación Bill & Melinda Gates.


Aunque Pharmamar y Zendal son empresas distintas, comparten parte del accionariado –Pedro Fernández Puertas posee el 4% de Pharmamar y es vicepresidente de la compañía, aunque el verdadero control lo ostenta el banco Kutxabank–, así como una larga historia de escisiones y fusiones que siempre remiten al mismo origen y dibujan un panorama inalterable: al final, son los Fernández López quienes mantienen el vínculo histórico con la parte del león del negocio farmacéutico en Galicia. 

Pharmamar surgió de la matriz de Zeltia en 1986 para investigar tratamientos contra el cáncer a partir de recursos marinos, y en 2015 se convirtió en la empresa principal, tras absorber a la propia Zeltia. A la vez, Zendal surgió en 1993 cuando Zeltia vendió su división Cooper/Zeltia –que trabajaba en vacunas contra los virus que se desarrollan en animales– y, tras pasarse a llamar CZ Veterinaria, añadió nuevas empresas al grupo, que pasó a tomar su nombre de la enfermera Isabel Zendal, otra gallega ilustre que participó en la primera campaña de vacunación contra la viruela en Filipinas en el marco de la expedición Balmis de 1803. Zeltia como tal sigue aún existiendo, pero ahora dentro de Zendal, después de que Pharmamar la vendiera en 2019, y con un estatus diferente dentro del grupo, que ha preferido mantener una firme división entre las investigaciones farmacológicas para humanos y para animales.

Sin embargo, en esta historia familiar con final feliz falta un nombre clave, que es el de Rosalía Mera. La que fuera fundadora de Zara y esposa de Amancio Ortega apostó por Pharmamar cuando la empresa daba sus primeros pasos y se adentraba en el incierto territorio de la investigación contra el cáncer. De hecho, la inversión de Rosalía Mera no fue rentable, y su entorno trató varias veces de convencerla para que vendiera su parte, antes de que las pérdidas fueran mayores.

No lo hizo, como tampoco lo ha hecho su hija Sandra Ortega, que tras el fallecimiento de Rosalía en 2013 ha mantenido la fe en Pharmamar, llegando a perder incluso 20 millones de euros en 2018. Sin embargo, la fase de producción de las vacunas de covid-19 ha venido a revalorizar ambas empresas, y lo que un día casi fue ruina, mañana puede ser gloria si el stock llega pronto y sus resultados en la población son óptimos.


Esta farmacéutica de origen gallego ha sido la elegida por la compañía estadounidense Novavax para la producción industrial del antígeno de su vacuna contra la Covid-19 en la Unión Europea. 


Este proyecto se suma al acuerdo de Moderna con otra farmacéutica gallega, Pharmamar, que realizará el acabado de los viales. Dos familias de empresarios gallegos están en la carrera para la solución de la pandemia

 

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