viernes, 20 de diciembre de 2019

Cinema Paradiso: 120 pulsaciones por minuto / Robin Campillo






En '120 pulsaciones por minuto' hay una sensación permanente de urgencia que atraviesa al espectador y a los protagonistas, pero ante la que parecen impermeables el resto de quienes los rodean. Y angustia. Angustia de ver pancartas con el rostro de jóvenes muertos que poco antes se manifestaban en contra de que los dejasen morir, o que bailaban —¿por qué no?— en una discoteca, y bebían y follaban, celebrando cada noche de vida. Porque una cosa es que te dejen morir y otra dejarse morir.

 A principios de los años noventa, cuando transcurre la acción, para algunos —como todavía ocurre de forma masiva en África— el recuento de linfocitos T4 marcaba el umbral de la muerte. La batalla podía perderse en cuestión de meses, casi sin que uno se diese cuenta de que había una batalla que librar. Los enemigos: el VIH y una opinión pública que miraba para otro lado. 
Al fin y al cabo el sida era una enfermedad de gais, putas, yonquis y gentes de mala vida.

Más de 20 años antes de debutar en el circuito de cine independiente con su ópera prima 'La resurrección de los muertos' (2004), Robin Campillo era un veinteañero de origen marroquí que estudiaba cine en el Instituto de Estudios Cinematográficos Superiores de París. Allí conoció a Laurent Cantet, con quien años después coescribió 'En la clase', ganadora en 2008 de la Palma de Oro en Cannes y candidata a los Oscar a mejor película de habla no inglesa un año después. Alrededor de esa misma época Campillo conoció, en otro contexto muy diferente, a Philippe Mangeot, joven, activista y seropositivo. Junto a él vivió a finales de los ochenta el nacimiento de Act Up Paris, una asociación desde la cual pelearon para visibilizar los estragos del sida y concienciar al Estado y a la opinión pública de la necesidad de actuar contra una enfermedad que se estaba convirtiendo en epidémica. Y juntos han escrito el guion de '120 pulsaciones por minuto', la ganadora del Gran Premio del Jurado y del Fipresci en el pasado Festival de Cannes y la película por la que Francia apostaba —aunque al final se ha quedado en el camino— para competir en los próximos Oscar.(Más)



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