Todavía se fabrica el Nembutal. Pero el barbitúrico célebre que suicidó a Marilyn ya no es lo que era. El envase, la presentación, el logotipo y el colorido anodino del fármaco emiten ahora mismo un aire de tristeza rancia, de irremediable obsolescencia, que lo excluye del grupo de los medicamentos reciclados para la nueva estética farmacéutica, como las Aspirinas, los Optalidones o las Biodraminas; aunque tampoco alcanza el codiciado estatuto de lo retro, al estilo de los frascos de sales de frutas o los tarros de perborato.

El vidrioso tubo de Nembutal blanquecino ha sido sustituido por el envase plano y plástico del Valium amarillento en la mesa de noche del insomne posindustrializado. Ya nadie se suicida con el viejo barbitúrico de la era dorada de la sociedad de consumo. Ni siquiera logra conciliar el sueño o calmar las nuevas ansiedades del momento.
Pero el mito Marilyn, tal y como se fraguó y todavía se recita y oficia, está inexcusablemente aliado con aquel famoso tranquilizante de dulce sonido final, fatal, mortal. (Más)
5 AGO 1982

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