viernes, 11 de agosto de 2023

Cinema Paradiso: Beau tiene miedo / Ari Aster


Aster nos cuenta la historia de Beau, un hombre de mediana edad con una larga lista de problemas mentales. Decir que tiene miedo es quedarse corto. Todos sus traumas y paranoias son fruto de una tormentosa relación con su madre, una mujer controladora, mentirosa y manipuladora que esconde un terrible secreto del que después hablaremos. Ya desde su nacimiento, Beau vive en una eterna parálisis ansiosa espoleada por una culpa irracional a decepcionarla. 

La historia arranca cuando Beau se propone abandonar el terrible barrio donde vive, una grotesca hiperbolización de los barrios marginales de Nueva York, para ir a visitar a su madre. Sin embargo, no consigue pegar ojo en toda la noche, se queda dormido, y pierde el avión. Como no podía ser de otra manera, la culpa lo reconcome, su madre está decepcionada, y Beau trata de hacer lo imposible para enmendar su error. Pero la fatalidad se abre paso. Nuestro protagonista recibe una terrible noticia que pondrá en marcha su delirante odisea: han encontrado a su madre muerta. Debe llegar al entierro como sea. Hasta este punto, Aster demuestra una gran maestría en el tratamiento del ritmo. Todos los elementos desplegados en esta primera media hora generan expectativas. Desde la minuciosidad simbólica del espacio hasta las normas del escalofriante mundo en el que habita el protagonista. La magnitud del misterio es directamente proporcional a la promesa de un clímax satisfactorio. Esa es la expectación que hace que la audiencia se aferre a la butaca, la que marca el compás de una trama que avanza, de un personaje que evoluciona. Como digo, esto se consigue hasta que entramos en el segundo acto. A partir de aquí, se suceden una serie episodios más o menos conectados, repletos de confusas alegorías, cambios abruptos de tono, experimentación estructural fallida… 

Toda una pirotecnia estética contemplada por un Beau pasivo, incapaz de decidir porque –y por esto creo que esta película es insostenible por tres horas– Beau no cambia. Beau sigue teniendo miedo.
 


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