Hay una proteína que flota en el líquido del tejido cerebral y navega por diversas regiones del cerebro hasta interrumpir el funcionamiento de las neuronas, lo que activa la progresión del alzhéimer. Puede «flotar libremente» o componer «grandes placas» a partir del crecimiento de agregados de pequeños grupos iniciales, que pueden desprenderse y expandirse, usando el flujo cerebral. Sueltas o agrupadas son indisolubles, fibrilares y se transportan hacia estructuras del hipocampo -cruciales para el funcionamiento de la memoria-, a las que acceden gracias a sus cualidades de moléculas «difusibles». Una vez allí generan «sinaptotoxicidad», según la descripción que por primera vez se hace de estas «fibras» de beta-amiloide.
Publicado este miércoles por un grupo de científicos de Harvard Medical School en la revista 'Neuron', el estudio observó la «presencia inesperada de fibrillas» al centrifugar las muestras a alta velocidad en soluciones salinas. Tras distintas comprobaciones los científicos concluyeron la existencia «abundante en extractos acuosos» de esta proteína en los cerebros infestados. Al lograr aislar estos oligómeros o fibras los investigadores pudieron también determinar la estructura atómica de los «oligómeros solubles de proteína beta-amiloide».
En una enfermedad sin marcadores, cuya única forma de diagnosticarlo es por los síntomas, la forma de aprender de sus efectos reales es a través del estudio de los cerebros tras la muerte del paciente. Al observarlos, se encuentra con un órgano ahuecado, que ha perdido más de la mitad de su peso original.
Tal es el poder de estos «diminutos agregados de proteína beta amiloide» que forman «conjuntos patogénicos claves en la enfermedad de alzhéimer», como lo cita el grupo de investigación liderado por Andrew Stern.
El hallazgo coincide con la divulgación de resultados de un candidato a fármaco contra esta enfermedad, el donanemab (de la farmacéutica Eli Lilly), que se postulará dentro de dos meses para ser aprobado por las autoridades sanitarias de Estados Unidos (Administración de Alimentos y Medicamentos, FDA).
El año pasado se dio el visto bueno al aducanumab (de las farmacéuticas Biogen / Eisai) y en enero al lecanemab (de la misma empresa) para tratar el alzhéimer, una enfermedad aún sin cura que afecta a unas 50 millones de personas en el mundo. Ninguno de los tres promete la curación pero sí el retraso de efectos como la pérdida de la memoria, según los datos obtenidos en los ensayos clínicos avanzados.
Los tres tratamientos monoclonales tienen la misma diana, la de la proteína beta amiloide recién descrita, y trazan una línea recta en la carrera por encontrar una terapia para los pacientes con alzhéimer, un negocio multimillonario para quienes lleguen a buen puerto. La terapia con lecanemab cuesta en Estados Unidos unos 25.000 euros anuales por paciente.
Un estudio de la Universidad de California publicado este jueves estima que el coste para la seguridad social norteamericana (Medicare) estaría entre los 2.000 millones y los 5.000 millones de dólares.
Riesgo y beneficio
Otro paso del estudio de los científicos de Harvard fue comprobar de qué manera la terapia de anticuerpos de lecanemab actuaba sobre estas «pequeñas fibras» para demorar el deterioro cognitivo. Se encontró que, en efecto, la terapia se adhería y «neutralizaba» las cápsulas de beta-amiloide. «Nuestro trabajo identifica la estructura después de aislarla del cerebro humano. Eso es importante porque los pacientes y los desarrolladores de fármacos querrán saber a qué se une exactamente el lecanemab», indica Stern al presentar su investigación.
«Si podemos averiguar exactamente cómo estas diminutas fibrillas difusibles ejercen su toxicidad, entonces tal vez los próximos medicamentos contra el alzhéimer puedan ser mejores». Se lograba el «objetivo terapéutico» de reducir la toxicidad de la proteína, según el artículo publicado en 'Neuron'.
Sin embargo, 'Nature' pedía «prudencia» y advertía del riesgo a los efectos secundarios (posibles convulsiones y hemorragias cerebrales, sobre todo en personas que toman anticoagulantes de los tres productos) frente a lo que definía como «modesto beneficio».
En el caso del donanemab el deterioro mental se reducía un 35% en participantes con alzhéimer leve, según un comunicado de Eli Lilly, que equiparaba sus resultados a los de lecanemab, aprobado en enero. La revista científica se hacían eco de otros científicos que mantienen que el amiloide descrito este miércoles en 'Neuron' no es el único factor a tener en cuenta como instigador de la enfermedad.
Doménico Chiappe EL Comercio Madrid 10.5.2023
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