viernes, 24 de febrero de 2023

Cinema Paradiso: Alabama Monroe / Felix Van Groeningen

 "Ya no me llamo Elise. He cambiado de nombre. Me llamo Alabama... Sí, me he cambiado el nombre. Los indios lo hacen cuando sienten que empieza una nueva fase en su vida". 

 

"La quimio no funciona. La médula ósea no responde. Vuelve a producir glóbulos blancos anormales. No es una buena noticia. Pero ya lo dijimos, no nos rendiremos. Pasaremos a la siguiente fase del tratamiento, un trasplante de células madre. Primero destruiremos su propia médula ósea con más quimioterapia y radioterapia. Luego la sustituiremos con células madre de un donante, un pariente cercano a Maybelle. Pero los padres no sirven como donantes".

Estas frases proceden de una de las películas que más me ha impresionado en los últimos años. Por su trama, sus personajes, su fotografía, su música... Una película que es la epopeya de un triángulo familiar y un círculo de amor que se rompe. Y todo ello bajo los acordes de banjos, guitarras, mandolinas, contrabajos y violines para llenar de buena música de bluegrass una película especial. Solo cuerdas... y voz, totalmente acústico. Solo emoción que nos tatúa el corazón, sentimiento a flor de piel. Algo así siento que es esta imprescindible película belga, "ALABAMA MONROE" (Felix Van Groeningen, 2012) y cuyo subtítulo nos marca el camino a seguir: "The Broken Circle Breakdown".

Todo comienza con una canción country y esta letra: 

"¿Volverá a cerrarse el círculo tarde o temprano, Señor, tarde o temprano? ¿Nos espera un hogar mejor en el cielo, Señor, en el cielo? En el cielo, Señor, en el cielo". 

Y tras finalizar la canción, unos padres se enfrentan al diagnóstico no esperado (nunca es esperado) de un cáncer de su única hija. Y luego la historia retrocede 7 años... Y a partir de ahí continuas idas hacia el pasado y regresos al presente, desde el encuentro y noviazgo de los padres hasta su vivencia actual como padres.

Un triángulo familiar formado por sus tres miembros. Didier, el padre, un músico dedicado al country, un vaquero belga amante de los Estados Unidos, es ateo y un ingenuo romántico y soñador. Elise, la madre, regenta una tienda de tatuajes y todo lo importante de su vida, incluida sus parejas, tienen cabida en los tatuajes de su piel, es sensual y tiene los pies en la tierra. Maybelle, la hija, una preciosa niña que llega para dar más luz a una vida familiar en el campo, pero que a los 6 años se le diagnostica leucemia. Porque todo era perfecto entre Elise y Didier, compartían el amor y el trabajo, ambos miembros de la banda de bluegrass, pero todo cambia con el diagnóstico de la enfermedad neoplásica en la pequeña. Y la vida se convierte en canción, así como esta historia se mezcla con las diferentes canciones country llenas de sentido y sensibilidad. Y en zigzag recomponemos la tragedia, con una historia que es un verdadero rompecabezas, con "flasbacks" y "flashforwards".

Una película que es simplemente magistral. Y que a esos tres personajes se suma el personaje invisible e imprescindible: la música. Porque el nombre de Monroe no es gratuito, sino un guiño inequívoco a Bill Monroe, considerado el padre del bluegrass, esa música que forma parte íntegra de la historia y es la unión intrínseca entre todos los temas a los que nos enfrenta la película: el amor, el nacimiento, la vida, la enfermedad, la muerte, la maternidad, la paternidad, la búsqueda del consuelo y del perdón.

Porque el amor puede con el destino, pero a veces no. Porque el camino para superar el dolor e intentar recomenzar cual ave Fénix no siempre se consigue. De ello nos habla y nos canta "Alabama Monroe", un regalo para amantes del cine y de la música, una película que se nos queda tatuada también en la piel. 

Una película imprescindible si te gusta el arte y la historias de vida a flor de piel. No aconsejable si solo buscas entretenimiento. Pura fusión de cine y música, película prototipo de armonía de los sonoro y lo visual.  

 Tomé prestado de Cine y Pediatría/Javier González de Dios


 



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