miércoles, 18 de enero de 2023

Rebelión/negativa de pacientes

 


El año pasado, la FDA norteamericana concedió la aprobación acelerada al primer medicamento contra el alzhéimer, el aducanumab. Se trata de una terapia biológica, una familia que actualmente está mostrando un gran potencial para afrontar la enfermedad con otros casos como el del lecanemab.

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Todo sobre aducanumab en PHARMACOSERÍAS

Sin embargo, el acontecimiento estuvo rodeado de ciertas polémicas. Por una parte, pese a que el medicamento reducía las placas beta-amiloide (que son una característica definitoria del alzhéimer y hasta ahora se venía creyendo que causaban la enfermedad) no parecía alterar el curso clínico de la patología (de hecho, esto ha motivado que los científicos revisen las teorías sobre la génesis del alzhéimer). Por otra, ciertos desacuerdos sobre la catalogación del fármaco y su precio llamaron la atención de los medios generalistas.


Más reticentes a participar en estudios


Debido a esto, un equipo de autores de la Universidad de California - Irvine decidió emprender un estudio sobre el impacto de la controversia en el público general y, más concretamente, sobre los potenciales participantes en investigaciones y ensayos clínicos sobre el alzhéimer.

Para ello, se dirigieron a personas de entre 50 y 79 años de edad que habían expresado previamente su voluntad de participar en este tipo de iniciativa, y les realizaron un cuestionario sobre ello pocos días antes de la aprobación del aducanumab por la FDA. Unos días más tarde, repitieron la encuesta haciendo referencia al aducanumab.

Por este método, descubrieron que aquellos participantes que habían conocido las noticias sobre el aducanumab se mostraron más reticentes a enrolarse como voluntarios en hipotéticos ensayos clínicos. Sin embargo, aquellos que no conocían las controversias por la prensa generalista, sino que fueron informados de ellas por los autores del presente trabajo, no cambiaron su disposición a ser voluntarios.

El poder del periodismo científico 

Estas conclusiones, dicen los investigadores, dan cuenta del poder que ejerce el periodismo científico sobre el público, y el potencial y dañino efecto que puede tener la cobertura mediática sobre el ámbito de la investigación y el desarrollo farmacológico.

Al mismo tiempo, evidencia la necesidad, por parte de los investigadores, de tener en cuenta posibles sesgos de sus muestras. Y es que las personas que están dispuestas a participar en los estudios podrían tener ciertas características en común que las diferencien de la población general, y este hecho puede influir en los resultados.

Sea como sea, los autores finalizan enfatizando la necesidad, tanto por parte de los investigadores como de los medios generalistas, de cuidar el periodismo científico teniendo en cuenta el impacto de una cobertura u otra diferente.

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