miércoles, 23 de marzo de 2022

Del "melancovid" al pavor a la guerra.../ Esther Lastra

 



El pavor a la guerra, que emerge concatenado al "melancovid" emanado de coronavirus, zambulle al consumidor en un círculo vicioso de aflicción.


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A caballo entre la resignación y el shock. Así se siente un consumidor, que tras ser fuertemente baqueteado por la pandemia hace ahora dos años, ve cómo se cierne en el horizonte una amenaza aún más abracadabrante: la de la guerra. Un reciente estudio llevado a cabo en Alemania por Rheingold Institut coloca bajo los focos los sentimientos del consumidor, profundamente magullados en un lapso de apenas dos años, tras el estallido de la guerra en Ucrania.

Pese a que buena parte de la clase política afronta este conflicto con determinación entreverada de energía, muchos consumidores no pueden evitar sentirse impotentes y paralizados ante un conflicto bélico que se antoja para ellos inquietantemente cercano.


El pavor por la guerra, que emerge concatenado al «melancovid» emanado de coronavirus, zambulle al consumidor en un círculo vicioso de aflicción 

La sucesión de crisis en las que se ha visto atrapado el consumidor en los últimos dos años ha hecho que la gente vea tambalear el suelo bajo sus pies. Su miedo a la guerra contrasta con la normalidad de su vida cotidiana y todo ello se traduce para el consumidor en un sentimiento de irrealidad, subraya el informe de Rheingold Institut.

Solo en la unión de los políticos para procurar soporte a Ucrania y en el heroico coraje del pueblo ucraniano logra atisbar el consumidor un pequeño rayo de esperanza. Pero en términos generales el consumidor está merced de la parálisis. «Los consumidores se sienten paralizados como si fueran indefensos conejos frente a una serpiente», explica Stephan Grünewald, fundador de Rheingold Institut, en declaraciones a Horizont.

Los consumidores responden a la atroz realidad actual con una resignación casi letárgica El consumidor combate la impotencia que le embarga valiéndose de todo tipo de estrategias: desde las expresiones de solidaridad y ayuda a las maniobras de distracción para evadirse de la realidad pasando por el consumo constante y absolutamente compulsivo de información.

La impotencia extrema que echa actualmente raíces en el consumidor no hace sino amplificar la fatiga que este siente tras dos años de pandemia.

En vista de que las crisis (de toda naturaleza) no parecen dispuestas a darles una mísera tregua, los consumidores han terminando desarrollando una resignación casi letárgica en lo relativo a sus condiciones de vida y han perdido hasta cierto punto las ganas de retornar a sus antiguos hábitos. Muchos consumidores tienden a sepultar sus anhelos y necesidades, practicar la frugalidad y mantener una actitud expectante a la luz de la incertidumbre reinante.

Sobre el consumidor pesa además un hondo sentimiento de melancolía. Cunde en él el desánimo y el optimismo ha dado paso primero a la indiferencia y después a la consternación.


«La gente echa de menos la ligereza y la naturalidad con la que otrora afrontaba la vida y las tentaciones y los desafíos a ella solapados», subraya Grünewald.

Hoy por hoy solo el 22,6% de la gente desea retomar su vida tal y como era en la era precovid y asumir los riesgos que otrora asumía despreocupadamente.

En esta misma línea, más de dos terceras partes de los consumidores desean continuar aferrados a medidas de precaución y el 27% dará cuenta de aún más cautela en el futuro. 

«La espontaneidad está siendo reemplazada con el autocontrol constante. Los sentimientos de culpa forman asimismo parte de la vida cotidiana. El consumidor sufre ‘melancovid'», 

enfatiza Grünewald.

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Esther Lastra 

Soy periodista y me apasionan la creatividad y el storytelling, que ejercito a diario dándole a la tecla y escribiendo sobre marketing, publicidad y otras disciplinas aledañas. MarketingDirecto.com.

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