— Veamos: en el escenario, algunos objetos (una mesa y dos sillas, una camilla, una estantería con obras médicas de consulta, varios frascos) permiten al espectador pensar que está frente a la consulta de un médico en torno a 1904 o fecha similar; precisamente, un actor caracterizado como médico se encuentra sentado a la mesa completando unos papeles cuando golpean a la puerta. Alguien (llamémoslo James Joyce, por ejemplo) ingresa por la derecha al escenario después de que el médico se lo ordene: es joven pero camina encorvado y parece tener dificultades para ver con claridad a cierta distancia.
“¿Qué puedo hacer por usted?”, pregunta el médico.
James Joyce responde: “En el transcurso de un encuentro nocturno con la realidad de la experiencia es posible que haya adquirido la enfermedad descrita por Galeno: he estado orinando anzuelos de pesca durante semanas”.
El médico le hace una seña para que se acerque y se baje los pantalones; reticente, Joyce accede y pone al descubierto un miembro viril cubierto de pus que el médico sostiene un momento entre el pulgar y el índice de su mano izquierda: de su extremo cae una gota de pus de color blanquecino. “Gonorrea, efectivamente”, constata.
“Veremos si reacciona bien a la irrigación con permanganato potásico. Por favor, póngase de pie y sostenga esta bacinilla bajo sus partes”, agrega.
Extrae una jeringa de considerables dimensiones repleta de un líquido de color ligeramente azulado, lo introduce en el meato urinario del paciente apretando el glande y bombea el desinfectante, que provoca un reflujo de pus y orina y sangre que se derrama en la bacinilla. Joyce, naturalmente, se desmaya.
El estado mental
Patricio Pron
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