“La vacuna”.
“El médicu d’un llugar/
dio un avisu á los vecinos/
pa que á tos los rapacinos/
traxeren á vacunar.//
Conociendo la iznorancia/
que reinaba entre la xente /
explicoyos llargamente/
la vacuna y su emportancia.//
Pa convencelos meyor /
dixoyos: hay que fixase /
la orden de vacunase/
vino del gobernaor;/
órdenes que hay que atendeles, /
siempre sin falta denguna, /
tou el que no se vacuna /
pué morrer de les virueles”.
La filosofía, la poesía, la música, la prehistoria y la arqueología eran algunas de las pasiones de Joaquín María Fernández Álvarez, médico de Ribadedeva a principios del siglo XX. Todas las desarrolló con esmero, especialmente su amor por los versos. Y, al margen del que supuso el ejercicio de su profesión, dejó como legado algunas composiciones literarias. Hace tan solo unos meses, su nieto Ovidio y su bisnieta María Luisa descubrían uno de sus manuscritos, un poema en clave irónica, en asturiano, que lleva por título “La vacuna”.
Son los primeros versos que el facultativo escribió para animar a la inmunización contra la viruela, una campaña desarrollada en la época y en la que él mismo participó.
Nacido en 1874 en el Palacio de la Cogolla de Nava, Joaquín María Fernández estudió medicina entre Santiago de Compostela y Valladolid, terminando por obtener la especialidad en Ginecología en Madrid, donde fue ayudante del médico de la reina consorte María Cristina. Fue en la capital donde nació el primero de sus hijos, aunque tras pocos años allí, la familia volvió a Asturias para instalarse en Colombres.
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