domingo, 16 de mayo de 2021

Abrazos terapéuticos...


Boris Johnson has confirmed 

people in England 

will be able 

to hug loved ones.

Ver

 

Los abrazos son terapéuticos, no hace falta que venga la ciencia a descubrirlo. El mero hecho de estrechar los brazos contribuye a crear oleadas de oxitocina, la hormona del apego y el amor, y a rebajar la presión arterial. También se activa de paso la creación de glóbulos blancos, lo que supone una mejora de nuestro sistema inmunitario. 

Y eso por no hablar de su contribución a disminuir la ansiedad, a aplacar la ira, a expresarnos sin palabras, a estrechar los lazos... 

Tanto tiempo hemos pasado sin abrazarnos durante este calvario, habituados a darnos codazos, que algunos han perdido ya el hábito y prefieren seguir privándose de todos esos beneficios.

Ver:

Memoria de un mundo sin abrazos / World Press Photo 2021

 


Poco dados a abrazarse, ni siquiera antes de la pandemia, los británicos tienen por fin «licencia» para poder hacerlo a partir del lunes, en esta desescalada tan gradual que cualquier nuevo resquicio de libertad parece ya un exceso de generosidad por parte del primer ministro y sus asesores médicos y científicos.

«Sed cautos y utilizad el sentido común», advirtió Boris Johnson en el momento de extender su particular licencia para abrazar. «Siempre será más seguro dar un abrazo a una persona que ha recibido las dos vacunas, pero ni aún así tenemos la total protección contra un posible contagio». 

 Habrá que usar pues algo tan pragmático como el «juicio personal» para abrazar a alguien fuera de la «burbuja familiar». Después de tantos meses de abstinencia, la tendencia natural será despegarnos al cabo de tres segundos, que es lo que dura un abrazo de compromiso.


Ver:

En Viena: KSK...Un beso, un abrazo, una tempestad.

Para llegar hasta el abrazo sincero, el de verdad, harán falta aún unas semanas de práctica. Pues parece que es al cabo de veinte segundos con los brazos enlazados cuando esa sensación de protección mutua y de refugio recíproco acaba calando en lo más hondo del alma, aunque eso la ciencia nunca lo podrá demostrar.

Licencia para un abrazo Carlos Fresneda  

ElMundo 15.5.21

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