domingo, 27 de diciembre de 2020

De la carnalidad triste y angustiada de Schiele, a la desmesurada y pletórica de Fernando Botero...


Ese vaciamiento de lo superfluo deja a sus figuras en la desnudez de sus pasiones y angustias, en el mayor desamparo ante la única verdad del ser humano, la intimidad con la muerte. «Alles ist lebend Tot», todo está muerto en vida, decía.

Ante algunos de estos desnudos, es inevitable volver la vista atrás en la historia del arte, como con ese «Desnudo femenino yacente con las piernas abiertas», la contraposición de «El origen del mundo», de Courbet. Schiele también muestra impúdicamente un sexo femenino en primer plano, pero abre el foco para mostrarnos el cuerpo exánime de una mujer, hollada de manchas de putrefacción y cuyos ojos vidriosos hacen pensar en un cadáver. Uno parece encontrar la mirada del forense. En el caso del citado desnudo, algunos especialistas sostienen que se trata de una mujer a la espera de una revisión ginecológica. Se ha hablado de la cercanía de Schiele a la poesía de Georg Trakl, pero sería más propio hermanarla con el primer Gottfried Benn, el de «Morgue» y su implacable mirada sobre la condición humana.

«Ninguna obra de arte es obscena», escribió. Aunque Schiele lleva al paroxismo la obsesión por el desnudo de Klimt, sus obras no han sido concebidas para provocar excitación sexual. Ni tampoco indignación social, que es el sentido que algunos han querido dar a sus incómodos dibujos de niñas de la calle. Su mensaje es aún más peligroso, al evidenciar sin tapujos la sexualidad infantil, algo intolerable en la sociedad mojigata e hipócrita de su época. Schiele es puro existencialismo, retrata el terror y el estupor ante la existencia. (...)

Quizás ambos pintores estén alejados en la forma, pero no en el fondo. Y es que bajo esas escenas de bailes, francachelas y odaliscas en paños menores de Botero, bajo esos colores amables y nutritivos, late la misma desesperación. Esos orondos cuerpos no son más que la expresión del excesivo peso de la existencia. Los rostros de seriedad y las miradas de estupor de las figuras no dejan lugar a dudas.(Más)

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