Ver anterior:
Investigadora, periodista y estudiosa de la relación entre agenda pública, mediática y política, Natalia Aruguete analiza cómo en ese proceso se conforman percepciones y miradas.
Actualmente, junto a Ernesto Calvo, está haciendo testeos provisorios de la conversación en Twitter sobre el Covid-19, en distintos países y lo que observan es una mayor la propagación de «false news» que de «fake news».
Ellos distinguen entre
-«fake news» y
-noticias falsas («false news»)
con la hipótesis de que «detrás de las ´fake news´ hay una finalidad política, una intención de provocar un daño mediante una operación políticas.
"presentaban
a supuestos investigadores
que aseguraban tener un remedio para la
enfermedad
y que atribuían la falta de reconocimiento
de las autoridades
sanitarias
a los intereses de la industria farmacéutica,
dado que su
remedio sería más barato".
Ver
Las noticias falsas, en cambio, pueden surgir de la necesidad de llenar vacíos de información incompleta mediante prejuicios que son coherentes con las creencias y la idiosincrasia que dominan una comunidad».
¿Por qué se viralizan las noticias falsas? Para Aruguete, que junto a Calvo tienen previsto para abril la publicación del libro «Fake news, trolls y otros encantos», un motivo es que «esos mensajes virtuales incluyen certezas que los científicos no pueden dar por lo dinámica que es esta epidemia».
Ver.
Todo sobre trolls en PHARMACOSERÍAS
«En el caso del Covid-19, los vacíos en el conocimiento científico y las ciencias médicas, por caso, se completan con prejuicios: se emiten fechas, números y propuestas de tratamiento que generan un ‘confort cognitivo’. Las certezas siempre dan mayor tranquilidad que las vacilaciones. En este sentido, las noticias falsas se propagan, además, en la medida en que esa información es congruente con el contenido circulado en una determinada comunidad virtual».
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