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Mas del 50% fármacos son copias...(I)
Las visitas médicas
Por otra parte, si el médico puede elegir entre varias opciones, hay que tener en cuenta la influencia que tiene la promoción comercial entre los profesionales sanitarios, es decir, las visitas médicas. Las empresas ya no tratan de vender los productos antiguos que les aportan un beneficio mínimo, sino que se centran en realizar intensas campañas cada vez que lanzan uno nuevo protegido por una nueva patente. De esta forma, “el medicamento viejo que funcionaba perfectamente y era muy barato queda en el olvido y se empieza a prescribir el nuevo, que normalmente es igual, aunque puede ser ligeramente mejor o ligeramente peor, pero que desde luego es mucho más caro”.
El resultado es un mayor coste para los sistemas sanitarios y unos pacientes que se pueden ver perjudicados o, al menos, engañados.
“Suelen tener la falsa percepción de que cuanto más caro y más nuevo es un medicamento, tiene que ser mejor, pero la realidad es que detrás de las prescripciones muchas veces prima el marketing, fruto de las visitas médicas, en las que se ejerce presión para prescribir los fármacos nuevos. Por desgracia, la mayoría de los médicos entran en ese juego”, opina Roi Cal.
Confianza en el profesional
En cambio, Antonio García García, catedrático emérito de Farmacología de la Universidad Autónoma de Madrid, tiene una visión mucho más optimista sobre el sistema.
“Llevo décadas formando médicos en terapéutica farmacológica y creo que están capacitados para discriminar entre lo que le conviene y lo que no le conviene al paciente. Es cierto que el cliente de la industria farmacéutica no es la población, sino el médico, y los visitadores le llevan la información, pero creo el profesional tiene el juicio crítico suficiente para diferenciar cuándo existe una aportación importante, cuándo es mediocre y cuándo no aporta nada; y en consecuencia la prescribirá o no”, asegura.
De hecho, este experto, que también es presidente de la Fundación Teófilo Hernando, no comparte la visión de que la mayor parte de los fármacos que salen al mercado no aporten nada nuevo. “Aunque sean pequeños avances, son importantes”, asegura. “Innovar no es investigar”
En ese sentido, puntualiza que innovar no es lo mismo que investigar. “Innovar es mejorar algo, pero investigar es inventar alguna cosa nueva o encontrar un nuevo mecanismo”, señala. Por eso, se muestra crítico con el estudio alemán: “Habría que aclarar qué significa que no aporten nada relevante, creo que es algo muy complejo de valorar, y no podemos esperar que de un día para otro curen en alzhéimer”.
Para que se entienda, pone un ejemplo de innovación que puede resultar útil para la sociedad. “Todo el mundo sabe que el Ibuprofeno es un analgésico con propiedades antiinflamatorias. Pues bien, existe otro analgésico más potente, el Tramadol. Y hay empresas que los han asociado para aunar los efectos complementarios, uno más analgésico y otro más antiinflamatorio. Cuando esto sale al mercado, ¿es un gran descubrimiento? No lo es. Pero sí es una aportación que mejora el tratamiento del dolor y de la inflamación. Es una innovación, no un invento nuevo, porque ya se conocían los dos fármacos, pero asociándolos en un solo comprimido se obtiene una pequeña ventaja”, relata.
Aún así, admite que la copia de medicamentos “ha existido y existirá toda la vida”, porque “el laboratorio que saca un fármaco con un nuevo mecanismos de acción para tratar una enfermedad se lleva la primicia, pero hay otros que pueden sacar derivados y quieren una pequeña tajada del melón”.
El papel de los ‘me too’
Además, considera que los ‘me too’ –aunque él prefiere el término español ‘medicamentos seguidores’– también tienen un papel en la medicina. “Mucha gente lleva Omeprazol en el bolso por si tienen una molestia gástrica. Hay derivados que hacen lo mismo, prevenir las enfermedades del ácido o del estómago, pero que tienen un perfil de reacciones adversas o una duración del efecto diferentes, no son gran cosa pero mejoran el perfil de los medicamentos para tratar este problema”, opina.
No obstante, admite que el marketing juega un papel importante porque las farmacéuticas, “como empresas que son, quieren ganar dinero para sobrevivir”. Por eso, reconoce que es posible que a veces lancen productos “que no supongan una gran aportación” y sirvan para generar ingresos. “No sé si ocurre mucho, es un tema polémico y hay críticas como la de ese estudio alemán, pero yo no tengo datos para decir si es así o no”, apunta.
Hay veces que se lanzan fármacos que,
aunque no aporten nada nuevo,
generan ingresos.
“Llevo ejerciendo la farmacología desde hace décadas y he vivido tanto grandes descubrimientos de la industria farmacéutica como hallazgos menores que sirven para tener más ingresos y seguir investigando, pero ahora hay más mecanismos de control para garantizar las buenas prácticas en marketing y comercialización”, agrega.
Farmacéuticas: imprescindibles para los grandes retos
Antonio García defiende el sistema actual para afrontar los grandes retos que tiene por delante la medicina, como el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas y las resistencias a los antibióticos (causadas, precisamente, por el mal uso de los fármacos). “Hacen falta nuevas terapias para enfermedades gravísimas y quien puede resolverlas son los científicos de la universidad aportando ideas y las empresas farmacéuticas aportando financiación, porque los gobiernos no tienen dinero para desarrollar un nuevo fármaco que cuesta 15 años de investigación y 1.000 o 2.000 millones de euros”, afirma.
“El 90% de los medicamentos de uso humano han significado mayor esperanza y mayor calidad de vida, creo que eso también hay que tenerlo en cuenta a la hora de juzgar a la industria farmacéutica”, añade.(Más)
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