Los nuevos tetrafármacos |
"Debilitados por la enfermedad,
nos volvemos vulnerables
en cuerpo y en alma (mente).
Así es como se fragua
el caldo
de cultivo
de las autodenominadas
medicinas alternativas".
Así es como se fragua el caldo de cultivo de las autodenominadas medicinas alternativas.
El terreno está, por tanto, abonado para que estos nuevos gurús que no creen en las enfermedades, sino en los enfermos, que no buscan las causas de la enfermedad sino el desequilibrio energético del organismo, hagan su agosto, en el mejor de los casos.
Estas nuevas propuestas tratan a sus pacientes con remedios totalmente carentes de principios activos, provocando una sensación de agrado si los enfermos han sustituido un tratamiento convencional y agresivo (quimioterapia, corticoides, antiinflamatorios, etc.), o cuando se trata de dolencias de difícil diagnóstico y marcada ambigüedad (artrosis reumática, asma, ansiedad, depresión, dorsalgia, fibromialgia, lupus, etc.).
Como además recomiendan, para recuperar el «equilibrio energético», llevar una vida sana, no ingerir sustancias tóxicas ni alcohol, ni tabaco ni excitantes, mantener una dieta equilibrada, tomar muchas infusiones, hacer ejercicio, etc., la mejora de los pacientes tratados es al principio evidente y, aunque hayan tenido que rascarse bastante el bolsillo, son numerosos los testimonios que cuentan parabienes de estas prácticas naturópatas.
Si a ello añadimos el efecto placebo, consistente en la confianza ciega que el enfermo deposita en el supuesto médico benéfico y en los medicamentos recetados, y la remisión espontánea de muchas enfermedades de marcado carácter ambiguo (y a veces no tan ambiguo, las cuentas no les pueden salir mejor a estos mercachifles del mal ajeno.
El problema comienza cuando no se trata de dolencias genéricas, a veces de marcado carácter psicosomático, sino de verdaderas enfermedades con una etiología patógena bien contrastada, pero de difícil tratamiento, cuando no imposible, tales como el cáncer, las enfermedades genéticas, las inmunológicas, las degenerativas, etc.; en las cuales la suspensión de la agresiva terapia convencional —véase quimioterapia, radioterapia, tratamientos polifarmacológicos, y otros— y su sustitución por agua edulcorada ligeramente gaseada con oxígeno, la imposición de manos energéticas o similares supone, en muchos casos, la muerte trágica, inminente y en ocasiones agónica del paciente en cuestión.
"Ante la muerte,
las soluciones de la ciencia
son demasiado
prosaicas
para poder ser consideradas suficientes
y poder
consolarnos.
Ahí es donde
se engancha la pseudociencia
en
diversas formas".
Ver anterior:
Epicuro Tetrafarmakon / τετραφάρμακον (II): superstición y miedo
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