La longevidad se disparó gracias a los antibióticos, en la mitad del pasado siglo. Evitó las muertes de quienes no habían cumplido los 50... antes de esa edad murieron Mozart o Kafka... Entonces afloraron las enfermedades relacionadas con la edad como el cáncer o el alzhéimer. Luego se dan fallos de funcionamiento, como la hipertensión que pueden ser controlados. Las farmacéuticas proveen a esos enfermos de medicamentos muy caros que los mantienen con vida. Lo que ocurre es que la gente muere de infecciones. Un tercio de las muertes atribuidas al cáncer en realidad se deben a una gripe normal porque la persona no puede luchar contra ella, ya que su sistema inmune está dañado y los antibióticos no funcionan porque hay resistencias. Los laboratorios no quieren sintetizar nuevos antibióticos, porque son muy caros de fabricar, se venden muy baratos y se utilizan pocos días, no como otros tratamientos caros, como los del cáncer. Y hay resistencias, porque las bacterias son listas, encuentran el camino para sobrevivir.
Los microorganismos resistentes son los nuevos asesinos en serie. Más de 33.000 europeos mueren al año por ese hecho. Un impacto mayor que el del sida, la tuberculosis y la gripe. En casi la mitad de los casos (39%) las bacterias letales fueron inmunes a los antibióticos más recientes.
Ada Yonath |
En los últimos 20 años solo se han desarrollado tres nuevos. No es nada. El último de ellos, uno completamente nuevo, ya tenía resistencias al año de usarse.
Las grandes compañías han dejado de hacerlos, pero deben continuar en ello.
La longevidad es algo fantástico, pero puede ser detenida por cosas estúpidas.
(Más)
(*) Ada Yonath, Premio Nobel de Química
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