sábado, 2 de febrero de 2019

Predatory journals




En 2015, Cenyu Shen y Bo-Christer Björk, de la Hanken School of Economics de Helsinki, calcularon que el año anterior se habían publicado 420.000 artículos en 8.000 revistas depredadoras, frente a los 53.000 de 2010. Y la cifra no para de subir en un contexto de extrema competencia por publicar con el fin de acreditar los méritos suficientes para lograr una plaza o un complemento. Se estima que en la mitad de las revistas depredadoras se paga entre 88 y 348 euros por salir.

Hace casi dos décadas surgieron las revistas open access, financiadas modestamente por sus autores, que cualquiera puede leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o enlazar gratuitamente, en contraposición a las tradicionales en papel, en las que hay que pagar por leerlas y en las de mayor impacto también por aparecer. El acceso libre ha supuesto un gran avance para expandir la ciencia, pero ahora sufre el descrédito al colarse miles de depredadoras.

Los investigadores de Helsinki detectaron, además, que el 75% de los trabajos editados en las depredadoras provenían de Asia —donde radican muchas de las publicaciones, en especial China e India— o África, y que el plazo de publicación era de entre dos y tres meses. En las revistas clásicas se puede tardar hasta dos años por el prolongado proceso de corrección. “Las depredadoras no evalúan la calidad de los trabajos o se aplican formatos estandarizados de revisión contestados con síes y noes”, sostiene Mesa. (Más)

 

  • Spam. Las empresas depredadoras bombardean a los científicos con correos en inglés en los que les invitan a publicar. En muchas ocasiones se dirigen a ellos por su propio nombre. 
  • Títulos incongruentes. La mayoría de las revistas están radicadas en India, China o Rusia, pero en sus títulos incluyen la palabra americana, británica, europea o sueca para simular otro origen. 
  • Tarifas oscuras. No es fácil saber cuánto y cómo hay que pagar y el rango de precios es enorme: entre 50 y 1.500 dólares. Aunque la mitad se sitúa entre los 100 y los 400 dólares (de 88 a 348 euros). 
  • Consejos sospechosos. Llama la atención que muy pocos supuestos investigadores componen los consejos editoriales o apenas se da información sobre ellos. 
  • Sin rastro en las bases. El editor afirma en la web que sus revistas están indexadas en multitud de prestigiosas bases de datos, pero no es así. En muchos casos son expulsadas por “mala conducta editorial”. Muchas páginas cierran cuando son perseguidas, dejando inaccesibles los trabajos publicados.

No hay comentarios: