viernes, 25 de enero de 2019

Factfulness: Las pastillas de Hans Rosling*


Dr. Hans Rosling

A Hans Rosling (Upsala 1948-2015) le encargaron una vez que investigara un contrato para la fabricación de pastillas contra la malaria. 
“Las cifras parecían raras” recuerda en Factfulness (Deusto. 2018) 

factfulness 
"saludable hábito 
de expresar tu opinión 
sólo cuando dispones 
de datos objetivos 
y de hechos irrefutables 
que la avalan"

“Alguna empresa deshonesta estaba intentando timar a la Unicef y yo iba a desenmascarar como".

Los organismos internacionales sacan a subasta pedidos gigantescos y las economías de escala permiten a los laboratorios ofrecer precios muy ajustados, pero los de aquella firma eran increíblemente bajos: cobraban por píldora menos de lo que costaba la materia prima.

“Mi labor” cuenta Rosling, “consistía en volar (a la sede de la compañía) y ver que estaba sucediendo”. En el aeropuerto de Lugano esperaba que lo recibiese un representante de aspecto cutre, pero se encontró con una limusina que lo depositó en un lujoso hotel. “Sábanas de seda”, le informó a su mujer Agnetta por teléfono. Rosling era un típico producto de la contracultura de los 60, (…) tras licenciarse en medicina se fue a ejercer a Nacala, una remota provincia de Mazambique. El solo debía atender a 300.000 almas, a menudo en condiciones heróicas. La periodista Amy Maxmen cuenta en Nature que llevó a cabo “cirugía de urgencia para extraer fetos sin vida de mujeres al borde de la agonía. Contemplaba impotente como los niños morían de enfermedades evitables”, y no le cabía en la cabeza que tanto sufrimiento pudiera ser gratuito. Tenía que haber algún culpable y, entre los sospechosos habituales, figuraban “hombres de negocios sin escrúpulos” como aquellos fabricantes suizos de pastillas, que se dedicaban a rapiñar los escasos recursos de la Unicef.


Así que aquella mañana, cuando lo condujeron en presencia del director general, no se anduvo por las ramas. Le estrechó la mano y disparó a bocajarro:

-¿Cómo pueden hacer (el medicamento) por menos de lo que cuesta la materia prima?¿Les hacen los (proveedores) húngaros un precio especial?


-Pagamos lo mismo que los demás – respondió el director general

-Y me vienen a recoger en limusina? –estalló Rosling- ¿Cómo ganan Vds dinero?

El director general sonrió y le explicó que habían automatizado todos los procesos y que a su lado los competidores parecían talleres medievales.

-Pero, venga –lo acorraló Rosling- Están vendiendo las pastillas por menos de lo que cuesta la materia prima.

-Cierto –reconoció el director general- Los húngaros no nos cobran hasta pasados 30 días y Unicef nos paga a los cuatro días. Eso nos da 26 días para sacar rendimiento al dinero depositándolo en el banco.

Tomé “prestado” de:

Miguel Ors Villarejo Actualidad Económica 07/01/2019

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