viernes, 9 de noviembre de 2018

Ratón de biblioteca: Como cambiar tu mente / Michael Pollan

. .



"Cómo cambiar tu mente. Lo que la nueva ciencia de la psicodelia nos enseña sobre la conciencia, la muerte, la adicción, la depresión y la transcendencia" (Debate; traducción de Manuel Manzano).

 

El título original funciona mejor: "How To Change Your Mind" puede traducirse también por “cómo cambiar de idea”, que fue precisamente lo que hizo Pollan (Long Island, Nueva York, 1953). Fumador ocasional de hierba, estaba a punto de cumplir 60 años cuando decidió ir un poco más allá en el escarpado camino de las sustancias alucinógenas.(...)

...Los detalles de la génesis de la primera oleada psicodélica son, como parte del gran relato de la contracultura, más conocidos que los de la segunda.  

Albert Hofmann sintetizó el LSD por casualidad en 1938 en un laboratorio de Basilea (Suiza), pero no fue hasta cinco años después cuando probó la poderosa sustancia (una simple gota es suficiente para pegarle a la conciencia un buen meneo de unas 10 horas). Aquel día, ­Hofmann se fue a casa en bicicleta. Durante ese viaje inaugural, comprobó por primera vez los inesperados efectos de su criatura.(...)


Ver: Todo sobre LSD en PHARMACOSERÍAS

La nueva droga, que se exportaba legalmente a Estados Unidos desde los laboratorios suizos Sandoz, gozó de una saludable reputación más o menos en la misma época en la que la experiencia con setas mexicanas de un banquero de Nueva York, R. Gordon ­Wasson, ocupó la portada de la revista Life (que entonces tenía una tirada de 5,7 millones de ejemplares).

Fueron los años de la luna de miel entre los alucinógenos y la ­opinión pública estadounidense. Ambas poderosas moléculas, la dietilamida de ácido lisérgico y la -psilocibina, empleada en México y Centroamérica desde hace cientos de años, dejaron una honda muesca en la historia social, cultural y política del siglo XX, desde el escritor Aldous Huxley, un temprano entusiasta, hasta el actor Cary Grant, que cantó las bondades de un buen viaje (en realidad, se sometió a 60 sesiones, al final de las cuales sintió cómo “se desvanecían la tristeza y la vanidad”, según contó en una entrevista en 1959). (...)

...En el libro, el periodista sostiene que es virtualmente imposible morir de una sobredosis de esta droga o de psilocibina, y que ninguna de las dos sustancias es adictiva. “Después de probarlas una vez, los animales no buscan una segunda dosis, y el uso repetido por parte de las personas le resta efecto.(...)

...En su libro deja fuera drogas sobre las que no existen estudios científicos, como la ayahuasca (que está viviendo un boom también fuera de los países de Sudamérica donde se usa desde hace siglos) o las microdosis de LSD, cuyo ritual —tomar en días alternos cantidades imperceptibles de la sustancia— hace furor en Silicon Valley como herramienta para mejorar el rendimiento y la creatividad. (Pollan ve ahí una lógica perversa: 


Es la típica maniobra del capitalismo, cogen una droga como el LSD, con un alto poder subversivo y antijerárquico, y la convierten en algo productivo y útil, como tomarse un café”).(...)  

Ver: Todo sobre "smart drugs" en PHARMACOSERÍAS


...Así se viene trabajando desde hace años en instituciones como las universidades de Nueva York, Los Ángeles, Nuevo México, Zúrich o el Imperial College de Londres, que tiene un programa que estudia la influencia de los psicoactivos en la actividad cerebral. 
En septiembre, expertos de la Johns Hopkins pidieron a las autoridades estadounidenses que sacaran la psilocibina del saco de las drogas de mayor peligrosidad (donde convive desde 1970 con la heroína) para meterla junto al Valium o el Xanax en la categoría IV de sustancias con bajo potencial de abuso o dependencia. Para Pollan, la prohibición del empleo científico de las drogas psicodélicas durante décadas como consecuencia de los desmanes hippies en los años sesenta es como si se hubiese hecho desaparecer del botiquín de los médicos la morfina en respuesta a los estragos de la heroína.(...)

...el renacer psicodélico no tiene vuelta atrás, responde: “Diría que sí, sobre todo por la crisis mundial de salud mental que estamos viviendo. Necesitamos respuestas alternativas. No ha habido ningún avance relevante en ese campo desde el descubrimiento de los antidepresivos a finales de los ochenta. Estamos más cerca del día en el que se permita el uso medicinal de los fármacos psicodélicos que cuando empecé con el libro”.

A eso podría ayudar, añade, que en el contexto de la guerra contra las drogas, las psicodélicas están lejos de la primera línea de batalla de sustancias como los opiáceos o la cocaína.


El País Semanal 28.X.2018
“Tampoco parecen ansiosas las farmacéuticas por entrar: 
 no son rentables, no hay patentes que explotar 
y no se pueden tomar cada día. 
Y ya se sabe: a las grandes compañías 
les interesan más que nada 
los fármacos que te tengan pendiente a diario”.

No hay comentarios: