martes, 20 de noviembre de 2018

Historia de los movimientos en contra de la vacunación (I)


The Historical Medical Library of The College of Physicians of Philadelphia

Los académicos de la salud y la medicina han descrito a la vacunación como uno de los diez máximos logros de la salud pública durante el siglo XX.[1] Sin embargo, la oposición a la vacunación desde que se descubrió la vacunación misma [2] (ciertamente la práctica de la virulación, previa a la vacunación, también sufrió críticas: vea detalles en esta cronología). Los críticos de la vacunación han adoptado diversas posturas, como: la oposición a la vacuna contra la viruela en Inglaterra y Estados Unidos a mediados y finales del siglo XIX, y las ligas antivacunación resultantes; las controversias más recientes sobre la vacunación, como las que surgieron por la seguridad y eficacia de la vacunación contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP), el sarampión, las paperas y las rubéola (MMR); y el uso de un conservante que contenía mercurio llamado timerosal.

La viruela y las ligas antivacunación en Inglaterra


La vacunación generalizada contra la viruela comenzó a principios del 1800, después de los experimentos que hizo Edward Jenner con la viruela vacuna, donde demostró que podía proteger a un niño contra la viruela si lo infectaba con la linfa de una ampolla de la viruela vacuna. Sin embargo, las ideas de Jenner eran novedosas para su época, y de inmediato surgió la crítica pública, que se basaba en razonamientos variados e incluía objeciones sanitarias, religiosas, científicas y políticas.

Para algunos padres de familia, la vacunación contra la viruela provocaba miedos y protestas, ya que había que rasgar la carne del brazo de un niño e introducir la linfa de la ampolla de una persona que había sido vacunada aproximadamente una semana antes. Algunos opositores, incluidos los clérigos locales, creían que la vacuna “no era cristiana” porque provenía de un animal;[3] para otros opositores, el descontento con la vacuna contra la viruela reflejaba su desconfianza general ante la medicina y a las ideas de Jenner sobre la transmisión de la enfermedad. Al sospechar de la eficacia de la vacuna, algunos escépticos alegaban que la viruela era el resultado de material en descomposición en la atmósfera.[4] Por último, mucha gente objetaba la vacunación porque creía que atentaba contra su libertad personal, una tensión que empeoró cuando el gobierno desarrolló políticas para la vacunación obligatoria. [3]

La Ley de vacunación de 1853 ordenaba la vacunación para bebés hasta de 3 meses de edad, y la Ley de 1867 amplió este requisito a 14 años, agregando penalizaciones por rechazar la vacuna. Las leyes tuvieron como resultado la resistencia de ciudadanos que exigían el derecho a controlar sus cuerpos y los de sus hijos.[3] Se crearon dos ligas: la Liga Antivacunación y la Liga contra la vacunación obligatoria, como respuesta a las inevitables leyes, y también surgieron muchas publicaciones periódicas en contra de la vacunación.[2]

La ciudad de Leicester fue un lugar particular de actividad en contra de las vacunas, y sede de muchas agrupaciones en contra de la vacunación. El periódico local describió los detalles de una demostración: “Se formó una escolta, precedida por una pancarta, para escoltar a una joven madre y dos hombres, quienes habían resuelto entregarse a la policía y ser encarcelados antes de tener que vacunar a sus hijos... una gran multitud estaba al tanto de los tres... les dieron tres efusivas ovaciones, que se volvieron más vigorosas cuando cruzaron las puertas de las celdas de la policía”.[5] 
La demostración contra la vacunación de Leicester, en marzo de 1885, fue una de las más notorias. Ahí, entre 80,000 y 100,000 opositores a las vacunas organizaron minuciosamente una marcha completa que incluía pancartas, el ataúd de un niño y una efigie de Jenner.[3]

Dichas demostraciones, y la oposición general a las vacunas, condujeron a la creación de una comisión designada para estudiar la vacunación. En 1896, la comisión dictaminó que la vacunación protegía contra la viruela, pero sugería eliminar las penalizaciones por no vacunarse. La Ley de vacunación de 1898 eliminó las penalizaciones, e incluyó una cláusula de “opositor consciente”, de tal manera que los padres de familia que no creían en la seguridad o la eficacia de la vacunación podían obtener un certificado de exención.[2]

La viruela y las ligas antivacunación en Estados Unidos

Hacia el final del siglo XIX, los brotes de viruela en Estados Unidos condujeron a campañas de vacunación, pero también a actividades relacionadas en contra de las vacunas. En 1879 se fundó la Sociedad Antivacunación de Estados Unidos, después de una visita que hiciera a EE.UU. el británico William Tebb, quien objetaba la vacunación. Le siguieron dos ligas más, la Liga contra la vacunación obligatoria de Nueva Inglaterra (1882) y la Liga Antivacunación de la Ciudad de Nueva York (1885). Los opositores estadounidenses libraron batallas en los tribunales para derogar las leyes de vacunación en varios estados, como California, Illinois y Wisconsin.[2]

En 1902, después de un brote de viruela, la junta de salud de la ciudad de Cambridge, Massachusetts, ordenó que todos los residentes de la ciudad fueran vacunados contra la viruela. Henning Jacobson, residente de la ciudad, se rehusó a vacunarse con base en que la ley violaba su derecho de cuidar su propio cuerpo como mejor pudiera, pero la ciudad presentó cargos penales en contra de Jacobson. Después de perder su batalla contra el tribunal a nivel local, Jacobson apeló ante la Corte Suprema de EE.UU. En 1905 la Corte falló a favor del estado, donde se declaraba que éste podía promulgar leyes obligatorias para proteger al público en caso de una enfermedad transmisible. Fue el primer caso de la Corte Suprema de EE.UU. concerniente al poder estatal sobre las leyes de salud pública. [6],[7]

Controversia sobre la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP)

Las controversias y posturas en contra de la vacunación no se limitan al pasado. A mediados de la década de 1970, surgió una controversia internacional sobre la seguridad de la vacuna DTP en Europa, Asia, Australia y América del Norte. En el Reino Unido (RU), surgió la oposición como respuesta a un informe del Hospital para Niños Enfermos Great Ormond Street en Londres, que declaraba que 36 niños habían sufrido problemas neurológicos después de recibir la vacuna DTP.[8] Los documentales por televisión y los informes en periódicos atrajeron la atención pública sobre la controversia. 

Un grupo de defensa, la Asociación de Padres de Niños Dañados por Vacunas (Association of Parents of Vaccine Damaged Children, APVDC) también despertó el interés público ante los posibles riesgos y consecuencias de la DTP.

Como respuesta a la disminución de tasas de vacunación, y a tres epidemias importantes de tos ferina, la Junta Directiva sobre Vacunación e Inmunización (Joint Commission on Vaccination and Immunization, JCVI), un comité asesor de expertos independientes en el RU, confirmó la seguridad de la inmunización. No obstante continuó la confusión del público, en parte debido a las opiniones diversas dentro de la profesión médica; por ejemplo, las encuestas de proveedores médicos en el RU, a finales de la década de 1970, descubrieron que eran renuentes a recomendar la inmunización a todos los pacientes.[9] Además, Gordon Stewart, un médico muy directo y opositor a la vacuna, publicó una serie de informes sobre casos que vinculaban trastornos neurológicos con la DTP, lo cual generó más debate. Como respuesta, la JCVI lanzó el Estudio Nacional sobre Encefalopatía Infantil (National Childhood Encephalopathy Study, NCES). El estudio identificaba a cada niño de entre 2 y 36 meses hospitalizado en el RU por enfermedades neurológicas, y evaluaba si la inmunización estaba relacionada o no con el aumento de riesgo. Los resultados del NCES indicaron que el riesgo era muy bajo, y estos datos constituyeron una base de apoyo para realizar una campaña nacional a favor de la inmunización.[10] Miembros de la APVDC siguieron argumentando en la corte, buscando reconocimiento y compensaciones, pero todo se rechazó debido a la falta de pruebas que vincularan a las lesiones con la vacuna DTP.


La controversia en EE.UU. comenzó cuando los medios se enfocaron a los supuestos riesgos de la DTP. Un documental de 1982: DPT: Vaccination Roulette (DTP: La ruleta de la vacunación), describía supuestas reacciones adversas a la inmunización y minimizaba los beneficios.[11] 

De manera similar, un libro de 1991 titulado: A Shot in the Dark (Un tiro en la oscuridad) definía los riesgos potenciales.[12] 

Tal como en el RU, los padres de familia inquietos y molestos crearon grupos de defensa para las víctimas, pero la reacción de las organizaciones médicas, como la Academia de Pediatría y los Centros de Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., fue más fuerte en Estados Unidos.[9] Aunque la tormenta mediática inició varios juicios contra fabricantes de vacunas, provocó el aumento los precios, y también que algunas compañías dejaran de producir la DTP,[13] afectó menos las tasas de inmunización, lo que no ocurrió en el RU.



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