"La comunidad científica biomédica y sanitaria española tiene también una envergadura, relevancia y proyección notables, lo que en conjunto hace de España un ámbito adecuado para albergar una agencia como la EMA".
Las circunstancias especiales que supone la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) determinan que la Agencia Europea del Medicamento (EMA), actualmente radicada en Londres, haya de buscar una nueva ubicación. España constituye un firme candidato a albergar la referida agencia, creada en 1992. De hecho, ya entonces la agencia europea estuvo a punto de ubicarse en nuestro país. El Gobierno español propone a Barcelona como sede para la EMA con motivo de su próxima salida de Londres. La ciudad española propuesta resulta altamente adecuada por su entorno científico, industrial y sanitario. Sin ignorar que en España puede haber otras ciudades, que también serían adecuadas como sede de la EMA, muchos opinamos igualmente que la propuesta de Barcelona resulta muy pertinente, desde el punto de vista de la cohesión nacional así como por el esfuerzo que España ha de hacer para ejercer el liderazgo que nos corresponde, como españoles, en la unión de estados de la que formamos parte. La aportación de los países del sur, planteada desde los mejores aspectos de nuestro ser de europeos, resulta fundamental para el futuro de la unión de estados del viejo continente, precisamente cuando desde algunos ámbitos se cuestiona su pertinencia. La respuesta, a quienes dudan sobre el proyecto europeo, ha de ser más Europa pero sobre todo desde lo mejor de un continente que ha alumbrado una civilización.(...)
Está demostrado que los medicamentos actuales están en la base del aumento que de forma continua se registra en la expectativa de vida, así como de otras muchas circunstancias esenciales para la calidad de la misma. Para su empleo en los cuidados de salud el responsable público ha de atender a un número creciente de medidas todas ellas basadas en el conocimiento más actual. Entre ellas están la autorización de las correspondientes especialidades farmacéuticas y sus indicaciones, la financiación de los tratamientos en la medida en que corresponda al sistema público, la identificación de los pacientes que han de acceder a los tratamientos, el mantenimiento de productos o su retirada si no resultan eficaces, o la sustitución por otros que sean más adecuados por la circunstancia que fuere. En ocasiones las medidas pueden incluso llegar a retirar productos de la circulación por defectos de calidad o cualquier otra anomalía.
El empleo de los medicamentos para la atención al paciente es naturalmente responsabilidad de los correspondientes sistemas de salud de cada sociedad, de cada país. El nuestro se caracteriza por una cobertura universal así como una aspiración porque el paciente acceda a los productos más avanzados por su eficacia y calidad. Pero ya hace tiempo que la evaluación de cada producto nuevo, así como el mantenimiento de los que están en uso, requiere del criterio independiente, bien fundamentado en el avance científico-médico, ejercido con la mayor competencia. El rol de agencias como la EMA es precisamente concitar el trabajo de expertos, de los más cualificados y acreditados para analizar los avances, aprobar productos nuevos, revisar los que están en uso, establecer en definitiva su lugar en las terapias. El conjunto de esos trabajos resulta fundamental para las administraciones que tienen el cometido de gestionar los recursos del sistema de salud. Un sistema que para ser sostenible necesita esa referencia de la eficacia, seguridad y calidad de los productos que emplea para las terapias basadas en los fármacos.
La envergadura del trabajo regulatorio de los medicamentos desborda a las capacidades de cada país. De ahí que aunque cada estado tenga su propia agencia de medicamentos la UE haya creado una agencia como la EMA, la única en el mundo que puede estar a la altura de la norteamericana Food and Drug Administration (FDA). Al fin y al cabo el valor de los dictámenes de este tipo de organismos está en función de la calidad de sus trabajos. Y el progreso determina que la actividad demande una actualización continua de sus procedimientos. La comunidad científica biomédica y sanitaria española tiene también una envergadura, relevancia y proyección notables, lo que en conjunto hace de España un ámbito adecuado para albergar una agencia como la EMA. Los trabajos para hacer valer nuestra candidatura deben reflejar todo lo que representamos, esperando que la propuesta de nuestro gobierno culmine con éxito.
Cesar Nombela*/La regulación de medicamentos, 4 may. 2017 ABC
Ver anterior:
España "pelea" por la EMA...
(*) Rector de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo y Catedrático de Farmacia
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