Una buena imagen corporativa solo podría haber perdurado en la mala fotografía no sería más que una ocasión para reacicalarse para una siguiente toma e intentarla de nuevo, así como instante del flash recogido en alguna encuesta, si no hubo luego el mantenimiento subsecuente.
Es decir, lo que verdaderamente importa del resultado obtenido en el segundo caso, es conocer cómo se llegó a concretar como consecuencia de la comunicación o la ausencia de ella, entre los emisores y sus audiencias, y viceversa.
Cuando el favor o la falta del mismo aparecen retratados en las fotos que reposarían en las mentes de la opinión pública, estas igualmente reflejarían la efectividad o inefectividad comunicacional de los protagonistas, la cual prevalecería sobre los hechos –accesorios o de gran trascendencia-, que nunca serían suficientemente notorios si no llegaran a revelarse mediante la comunicación.
La opinión pública deriva entonces en sinónimo práctico de la comunicación pública. Esas auditorías comunicacionales son aplicables por igual en unidades sociales de poco tamaño, individuos, productos; o en instituciones, corporaciones o en estamentos gubernamentales de dimensiones mayores. Conocer la imagen propia, proyectarla adecuadamente y mantenerla son acciones cruciales para quien pretenda roles de dirigencia -o ya los ha asumido- y requiere de una evaluación de gestión; o para hacer cálculos sobre cuánto tiempo más podría mantener vigencia o aceptación de sus tutelados, entre otros macro asuntos. Es decir, la supervivencia o caída de una imagen sería de similar impacto y dramatismo para una empresa grande o pequeña, pública o privada, con o sin fines de lucro, algún producto o marca, grupo o individuo.
El éxito o fracaso de cualquier unidad social podría estar determinado por la comunicación oportuna sobre la reputación de sus líderes, su solvencia moral, la confianza en la viabilidad financiera y la utilidad de los proyectos en marcha, la calidad de los productos, el prestigio de la marca, los rendimientos y resultados favorables a los accionistas, el gobierno corporativo con autoridades, proveedores, empleados y clientes, la toma de riesgos, la respuesta oportuna y convincente en momentos de crisis, el enclave satisfactorio con los requerimientos de las comunidades como estandarte de la práctica de la responsabilidad social empresarial, y exige también la neutralización de campañas desleales de competidores. Esas acciones constituirán igualmente las mejores vacunas para aminorar los efectos de los percances institucionales, al convertirse en activos intangibles que requieren mantenerse en las mentes de los públicos clave.
- “Evanescencia de la Imagen: Estrategias Comunicativas de Hoy” representa la posibilidad de volver a empezar cuando va caducando la admiración, credibilidad y confianza que se tuvo en algo o alguien.La conclusión es que no basta haberlo hecho bien una, dos o más veces, no importa cuántas. El problema es creer que ello será suficiente para vencer olvidos y rendir beneficios por siempre.
Ver también:
Comunicación Corporativa / Josué Fernandez
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