La adolescencia se le escapó a Verónica Díaz (Almería, 1990) con la primera vía de quimioterapia. "El dulce veneno. Te quita lo malo, también lo bueno. Y con el cáncer, más allá de lo que hace con tus células, pasa lo mismo. El cáncer, si lo superas, te cambia la brújula. Hace un filtro en tu vida, te quita todas las malas hierbas. Se van de tu vida esas personas que no iban a estar para compartir contigo las alegrías y las miserias, sino solo las alegrías. Y si eres un poco valiente y masoquista, cuando lo superas, te hace mejor persona. Y eso que el cáncer es una mierda, ¿eh? Pero ¿qué vas a hacer? ¿Lamentarte todo el rato? Si llueve, bailemos bajo la lluvia."
Un linfoma de Hodgkin le dio el pasaporte hacia el final de la inocencia. Subió varias cordilleras a pelo y ahora, ocho años después, cuando mira a los ojos desde los suyos, oceánicos, uno tiende a creer que la caducidad de las cosas, de la vida, bien merecen el combate. Lo cuenta todo, lucha, putadas, plenitud, en Diecisiete. Cuando desperté el dinosaurio estaba allí (Amat Editorial).
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Le temes el primer día.Te asusta no estar a la altura el segundo.El tercero le plantas cara y empiezas a ganarle. Tienes 17 años y un día te dicen: tienes cáncer. Primero no entiendes lo que esas palabras significan, no alcanzas a comprender su magnitud. Te preguntas cómo es posible que el cáncer aparezca de repente, siendo tan joven. Te sientes como aplastada por un camión y empiezas a pensar qué va a ser de tus sueños, de tus proyectos. Qué será de ti. Cómo te afectará en tu vida diaria. Te desinflas. Cada día un poco. Hasta que decides que puedes tirar la toalla antes de empezar a luchar o puedes cambiar de actitud y afirmar: ahora voy a ser más yo que nunca. Ahora voy a demostrar que nada me va a parar.Este decisivo cambio de actitud conjuntamente con unas pautas alimentarias apropiadas y la ayuda de alguna terapia alternativa constituyeron mi plan de curación activa que dio un sorprendente resultado que ni yo misma esperaba. A través de estas páginas te hago llegar mi historia, las emociones que experimenté en cada etapa del proceso, los cambios corporales, los bajones de autoestima, las decepciones y las alegrías en las relaciones sociales, las buenas noticias y la vuelta a una normalidad que ya no es la misma. El rugido de un dinosaurio puede hacerte temblar de miedo, pero seguro que te hace más fuerte. L...(Ver)
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