"Already by the end of May, about a month after the accident, we began receiving, for testing, products from the thirty-kilometer zone. They brought us the insides of domestic and undomesticated animals. After the first tests it became clear that what we were getting wasn’t meat, but radioactive by-products. We checked the milk. It wasn’t milk, it was a radioactive by-product.
High doses
were everywhere. In a few villages we measured the thyroid activity for adults
and children. It was one hundred, sometimes two and three hundred times the
allowable dosage. The tractors were running, the farmers were digging on their
plots. Children were sitting in a sandbox and playing. We’d see a woman on a
bench near her house, breast-feeding her child—her milk has cesium in it—she’s
the Chernobyl Madonna."
A veces me parece oír su voz... Oírle vivo... Ni siquiera
las fotografías me producen tanto efecto como la voz. Pero nunca me llama... Ni
en sueños... Soy yo quien lo llama a él...
Las siete... A las siete me comunicaron que estaba en el hospital.
Corrí hacia allí, pero el hospital ya estaba acordonado por la milicia; no
dejaban pasar a nadie. Solo entraban las ambulancias. Los milicianos gritaban:
«Los coches están irradiados, no os acerquéis». No solo yo, vinieron todas las mujeres,
todas cuyos maridos habían estado aquella noche en la central.
Corrí en busca de una conocida que trabajaba como médico en
aquel hospital. La agarré de la bata cuando salía de un coche:
—¡Déjame pasar!
—¡No puedo! Está mal. Todos están mal.
Yo la tenía agarrada:
—Solo quiero verlo.
—Bueno —me dice—, corre. Quince o veinte minutos.
Lo vi... Estaba hinchado, todo inflamado... Casi no
tenía ojos...
—¡Leche! ¡Mucha leche! —me dijo mi conocida—. Que beba al
menos tres litros.
—Él no toma leche.
—Pues ahora la tendrá que beber
Voices from Chernobyl Svetlana Alexievich
Ver tambien:
La bielorrusa Svetlana Alexiévich premio Nobel de Literatura
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