Boterosutra es la jocosa denominación usada por Fernando Botero para aludir a la muestra de dibujos que acaba de presentar en Nueva York , dedicada a recrear las posiciones sexuales del milenario kamasutra.
Las inconfundibles notas de ternura y humor que trasuntan las diáfanas figuras de Botero, presentes en los 70 dibujos en color y blanco y negro, deliciosamente realizados con grafitos, acuarelas y sanguinas, nos introducen en uno de los agrados más precoces y esenciales de la humanidad: el encantamiento de lo narrativo, esa avidez de la primera infancia que nos convierte en insaciables consumidores de historias, y cuya centralidad en la obra de Botero la ubica más cerca del sugestivo mundo del comic y la ilustración gráfica que de las indescifrables operaciones del arte contemporáneo.
Fruto de la formación clásica de Botero, esa vinculación se corresponde armoniosamente con la tradición narrativa del Renacimiento y el Barroco, sustentada en los infaltables atributos de racionalidad que permiten una comunicación discernible, y sin los cuales no es posible elaborar un verdadero lenguaje ni desplegar el encanto de la narración.
Esa clara línea evolutiva es el hilo de Ariadna que nos lleva de las sagas religiosas, paganas y testimoniales de Miguel Angel y Rubens a las narrativas mexicanísimas y universales de Guadalupe Posada, Diego Rivera y Frida Khalo; de las escenas bélicas de Cándido López a las estampas campestres de Florencio Molina Campos; y del idílico americanismo de Norman Rockwell a las sugerentes historias de Harold Foster, Hergé, Milo Manara, Moebius, Horacio Altuna y tantos otros inolvidables ilustradores gráficos, injustamente ignorados por los gerenciadores del arte oficial, pero adorados por el gran público de los medios de comunicación.(Más)
Ver también:
No hay comentarios:
Publicar un comentario