sábado, 16 de julio de 2011

Efectos más que indeseables de los fármacos en manos de indeseables





De Frederic Llordachs, amigo,de su Blog
Una de Médicos, reproduzco su "post" del día 9 de junio 2011



Desde la Antigüedad algunos desalmados han usado los medicamentos para fines que van mas allá de lo meramente terapéutico. Los venenos solo se diferencian a menudo de los fármacos
en la dosis administrada, y es frecuente oír a los oncólogos referirse a los fármacos que emplean con esa tan poco cariñosa y tranquilizadora denominación. En el pasado, y según se puede leer en este blog, en Grecia, el monopolio del uso venenoso de las sustancias de uso médico eran patrimonio del Estado, que las usaba como armas de ejecución. Sócrates, acusado de corromper a la juventud, fué condenado a pena de muerte mediante el consumo de cicuta. En la Roma clásica, el veneno ya no es sólo un arma del Estado sino que también es usado por los poderosos para el crimen. Como las series clásicas del estilo de Yo, Claudio, nos han recordado, servía para eliminar adversarios en luchas de poder.
Es en épocas más modernas en las que el uso de fármacos se generaliza para presuntamente humanizar un acto tan primitivo como la Ley del Talión legal que es la ejecución legal de un ser humano. El medicamento sustituye a la electricidad en la aplicación de la pena de muerte, anestesiando al reo y a la sociedad con ocasionales despertares de la conciencia.
Pero el tradicional uso de sustancias entre los soldados (desde el alcohol de los griegos) nunca ha cesado, aportadas por su “empleador” o bien de motu propio, a cuenta de su sueldo, o incluso como herramienta de reclutamiento. Los tiempos modernos no han cambiado esta tendencia:



Pero mas allá del uso llamémosle “recreativo” de fármacos y sustancias psicoactivas por la soldadesca, hay un tinte realmente maligno en la noticia de que Gaddaffi está fomentando la violación de sus soldados de manera farmacológica. Ni en la antigua Yugoslavia se había dado este fenómeno de dopaje entre los soldados, probablemente por la todavía escasa implantación y alto precio del sildenafilo en el mercado. Obligar a medicarse a los soldados para ejercer su acción represiva sobre la población es digno de un tipejo capaz de echarle a Hitler o Milosevic un pulso y ganarlo. Y seguro que a Pfizer no le hace maldita la gracia que se hable de Viagra como arma opresora. Ni a nadie.

Ver también:

VIAGRA en guerra...


Ironias de la muerte... (cont.)

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