¿Se fiaría usted de las recetas de su médico de cabecera si supiese que una farmacéutica le ha pagado una habitación en un hotel de cinco estrellas? ¿Y qué le hace suponer que no ha sido así? Un movimiento lento pero constante va haciéndose un hueco dentro del mundo médico, un movimiento que clama por unas relaciones menos opacas entre las industrias médicas y los doctores.
A pesar de que diversos códigos éticos advierten sobre estas prácticas, el mundo del visitador médico y de las relaciones farmacia-médico siguen siendo una incógnita para los pacientes de a pie pese a que las cifras que se manejan llegan a ser bastante altas. “Como no existe transparencia, los datos son difíciles de contrastar, pero se estima que en los países de nuestro entorno, la industria dedica cada año entre 6 y 10.000 euros por médico”, explica a El Confidencial el doctor Carlos Ponte, portavoz de la organización No Gracias, que vela por unas relaciones éticas entre industria y doctores.
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El visitador, el ‘rebelde’ y el ‘apóstol’
Una de las figuras más controvertidas en este asunto es la del visitador médico, el representante de las farmacéuticas que visita a los médicos para hablarles de los nuevos medicamentos. “Hay visitadores que se ponen de tu lado queriendo ser tu amigo. El médico tiene que identificarlo así, pero el visitador siempre está pensando que está trabajando con un cliente”, explica Ponte.
Sin embargo, esta figura no es siempre bien recibida. En este mundillo existen los médicos rebeldes y los apóstoles. Los primeros son aquellos que rechazan la colaboración con la industria, y son un número pequeño, pero ya muy significativo. Por su parte, los apóstoles, son los que sí apoyan este contacto. “España es uno de los países con un mayor número de apóstoles del mundo”, explica Ponte.
“Cada vez hay más conciencia entre los sectores de profesionales, pero esto no ha llegado todavía a las Autoridades Sanitarias. Por esto se paga una factura muy alta ya que las recetas están influidas por la presión de las industrias y el marketing, aunque el coste total es muy difícil de estimar”, explican desde No Gracias.
En España, los regalos están prohibidos desde 2006, pero resulta complicado comprobar el cumplimiento de la norma. Para saber la conveniencia de aceptar o no una dádiva de la industria farmacéutica, el doctor Julián Velasco Gutiérrez, en su estudio Relaciones entre la industria farmacéutica y los médicos de atención primaria propone tres preguntas básicas que deben hacerse los especialistas:
- ¿Cuál el propósito de la invitación?
- ¿Qué pensarían mis pacientes de este regalo? y
- ¿Qué pensarían mis colegas?
Por último invita a una recomendación: “No hagas nada que no quisieras ver publicado en la primera página de los periódicos”.
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