Escribir un libro de memorias mientras la mía se desvanece es arriesgado. Aun así, siento la tentación de hacerlo. Amo la palabra escrita. Siempre me ha gustado y la he saboreado como intérprete. Soy actriz de profesión y, lo que es más importante, de vocación. Y, sin embargo, todo lo que cuento aquí es verdadero. Son regalos de mi fugitiva memoria y de los diarios que he escrito a lo largo de muchos años. Todo esto que narro como un cuento, es decir, con cierta ligereza, lo hago para no ahogarme con mis propias lágrimas, porque siempre quieren ser ellas las protagonistas. Sí. Tengo alzhéimer. Pero todavía soy plenamente consciente de lo que hago y de cómo lo hago, y a todo esto empiezo a cogerle el gusto. Pido disculpas si me repito, aunque espero que alguien lo corrija.
Carme Elias
Carme Elias empezó a notar un día que algo no iba bien. Ella, que llevaba toda una vida dedicada a la interpretación, sabía identificar perfectamente ese gusanillo de antes de empezar a actuar y aquello que le estaba ocurriendo se le parecía, pero no era lo mismo. No era adrenalina sino pánico lo que sentía. Varios especialistas le diagnosticaron estrés y agotamiento, por lo que le recomendaron descanso y ansiolíticos.
Intuyendo que no podía ser eso siguió insistiendo hasta que dieron con lo que le ocurría: la enfermedad de alzhéimer.
Cómo es posible el día a día con esa enfermedad es lo que describe Carme Elias en 'Cuando ya no sea yo', una especie de diario del que, desgraciadamente, ya conocemos el final.
Un testimonio indispensable sobre el alzhéimer narrado en primera persona por una de las actrices más reconocidas de nuestro país
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