El medicamento para la diabetes tipo 2 se ha viralizado como la “droga de Hollywood” después de que varias actrices e ‘influencers’ lo usaran para perder peso rápidamente
ENRIQUE ALPAÑÉS El Pais 29.3.2023
- Es fácil conseguir su contacto en una página de compraventa de segunda mano. Dice llamarse Wilson, no tiene foto de perfil y su estatus es un genérico “hola, estoy usando WhatsApp”. Contesta al mensaje enseguida: “Gracias por contactarnos con respecto a nuestra medicina. Una caja cuesta 160 euros”. La caja de la que habla contiene una sola dosis de Ozempic, el medicamento para la diabetes tipo 2 que ha demostrado ayudar drásticamente a perder peso.
En España se puede comprar en la farmacia con receta médica, financiada para los diabéticos: cuatro dosis por 4,24 euros. Sin financiar, para pacientes con obesidad y problemas de salud derivados, la misma presentación cuesta 130 euros.
El precio que pide Wilson está completamente fuera de mercado, pero él ofrece otras ventajas, como se lanza a explicar a ritmo frenético: “No, no necesita ninguna receta, la seguridad y satisfacción del cliente es nuestra prioridad”. ”Nos encargamos de la entrega hasta su puerta”. “Aceptamos pago a través de Bizum”. ”Después de esta primera transacción, le encantará volver a hacer negocios con nosotros. Esto es una promesa”.
Una búsqueda en Google de su número de teléfono da acceso a una estrafalaria rebotica, desperdigada en distintos anuncios en webs de segunda mano. Tiene rohipnol , trankimazin, elvanse… Tiene de todo y para todos, pero desde hace unos meses, lo que más promociona es Ozempic.
Lo llaman la “droga de Hollywood” y es el más conocido de una clase de fármacos, los agonistas del receptor GLP-1, que podrían acabar con la obesidad en el mundo.
El Ozempic es un fármaco inyectable semanal que ha demostrado en ensayos clínicos `propiciar una pérdida de peso de alrededor del 15%. Aunque en España está aprobado y se receta desde 2017, su fama parece haber estallado en los últimos meses, lo que ha provocado problemas de desabastecimiento y una obsesión por hacerse con estas preciadas inyecciones.
La medicina saltó de los recetarios a las redes sociales después de que se rumoreara que Kim Kardashian la había usado para enfundarse en el vestido de Marilyn Monroe en la gala MET de 2022. Entonces se desató la fiebre. Las mismas revistas que criticaban los cuerpos de las famosas empezaron a especular sobre quién (y cómo) había adelgazado sospechosamente rápido. Las redes sociales extendieron la obsesión por el medicamento. El hashtag Ozempic arroja en TikTok vídeos con más de 674 millones de visualizaciones. “Es verdad que en el gimnasio se habla de ello”, confirma Teresa (nombre ficticio), entrenadora personal en un exclusivo centro deportivo de Madrid.
“Hay una clienta que lo utiliza y sé de un entrenador en el centro que acompaña sus rutinas con pinchazos”, explica. Puntualiza que este es un rumor de fondo, importado de EEUU, y del que no se habla abiertamente. Pero es un rumor ensordecedor. Desde los tiempos del Bótox y la Viagra, ningún medicamento había despertado tanto interés.
La diabetes es una epidemia. Según datos de la Federación Internacional de Diabetes, afecta a uno de cada siete adultos en España. El gasto sanitario relacionado supera los 13.430 millones de euros. La obesidad, por su parte, afecta a millones de personas y es la puerta de entrada a más de 200 enfermedades y problemas cardiovasculares. Las complicaciones que acarrea pesar más de lo debido se llevan el 9,7% del total del gasto sanitario en España, según la OCDE. El uso de los agonistas del receptor GLP-1 podría suponer un punto de inflexión en la batalla contra el exceso de grasa que llevamos librando (y perdiendo) desde hace décadas. Pero la promesa de conseguir adelgazar sin esfuerzo, con un pinchazo a la semana, no solo interesa a personas con problemas de salud.
María (nombre ficticio) tiene sobrepeso, pero no lo suficiente para que le receten Ozempic, que consiguió por métodos que prefiere no revelar. “El primer día fue un horror, me pinché demasiado y me puse mala, con náuseas y fatal”, explica en un intercambio de audios. Pero luego la cosa mejoró. Ella había hecho dietas antes, había adelgazado a base de fuerza de voluntad. Ensaladas, sudor y lágrimas. Pero esta vez fue diferente: “Perdí las ganas de comer, y sobre todo de comer guarradas”, explica. “Yo pido comida en Glovo, y normalmente, si estoy a régimen, cotilleo por la aplicación y pienso: ‘pido o no pido, quizá no debería…’ Y al final lo hago. Cuando estaba pinchándome es que ni miraba Glovo, porque pensaba en una hamburguesa y me daba asco”. María no acompañó las inyecciones de un cambio en sus rutinas. Su cuerpo le pedía “menos comida y más sana”, pero no siguió una dieta ni hizo deporte. Aun así, perdió cinco kilos. A los dos meses dejó de pincharse y los recuperó.
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