domingo, 15 de enero de 2023

Palabras: "Goblin mode" "palabra" del año Oxford University Press


 

Como ocurre todos los años, Oxford University Press ha elegido su palabra del año. Y, como ha ocurrido frecuentemente en los últimos tiempos, en 2022 la palabra seleccionada proviene de las redes sociales o de tendencias tecnológicas: "goblin mode". Esa es la "palabra" del año en lengua inglesa.

Un goblin es un tipo de ser pequeño, normalmente maligno y desagradable, que aparece en diversas historias del folclor europeo y específicamente el de origen sajón. En español, la palabra se ha traducido como "duende" y ocasionalmente como "trasgo".

En nuestra época y en las culturas de habla inglesa, la expresión "modo goblin" comenzó a usarse sobre todo en TikTok, Instagram y otras redes sociales para hacer referencia a una tendencia de presentarse en público sin arreglarse, de manera descuidada y sin darle importancia a las normas sociales. O, como ha sido definido por la editorial de la Universidad de Oxford:

"un tipo de comportamiento abiertamente autoindulgente, flojo, sucio o codicioso, típicamente de una forma que rechaza normas y expectativas culturales".

Cabe mencionar que este término arrasó en las votaciones, siendo su competidor más cercano la palabra "metaverso".


El "goblin mode" se difundió a partir de un hashtag de TikTok y fue recibido por algunos como una actitud refrescante ante las exigencias de apariencia que transmite la vida digital. Al respecto, el presidente de Oxford Languages, Casper Grathwohl, observó:

"es un alivio reconocer que no somos siempre el yo idealizado, cuidado, que se nos motiva a presentar en nuestros feeds de TikTok e Instagram. Esto ha sido demostrado por el dramático surgimiento de plataformas como BeReal, donde los usuarios comparten imágenes de sí mismos sin editar, comúnmente capturando momentos autoindulgentes en modo goblin."

Aunque ciertamente puede haber algo positivo en dejar de intentar aparentar ser mejor de lo que somos y satisfacer todo el tiempo el ideal de la sociedad, la popularidad del modo goblin también resalta otra tendencia inquietante. Como escribe Esmé Partridge en la revista The Critic:

Los tiktokeros están en modo goblin. Extenuados por la pandemia y las presiones de la vida moderna, los millennials y los gen Z se dejan ir, sin vergüenza, al "descuido personal y el abandono", malnutriéndose con comida chatarra y alterando sus ciclos de sueño haciendo scroll hasta las tres de la mañana. Descrito en otra parte como "un rechazo total del automejoramiento", el modo goblin es la antítesis de ser "esa chica" [that girl], que encarna la productividad, el bienestar y la perfección estética. Es una liberación, sin disculpas y con completa falta de estética, de la criatura interna.

El goblin es, después de todo, un pequeño monstruo obsesionado consigo mismo. Y aunque quizá no sea tan malo quedarnos en pijama todo el día de vez en vez, cediendo a placeres inmediatos e instantáneos que no requieren mayor esfuerzo (un maratón de Netflix, comida rápida y a domicilio, etc.), lo que esta tendencia muestra también es un "rechazo al idealismo en todas sus formas" y, según Partridge, un repudio de ideas trascendentes como "la belleza" y "la verdad".

El hecho de que esté bien estar en modo goblin y que sea celebrado o fomentado incluso como un modo que debe normalizarse y adoptarse, muestra que en realidad la sociedad moderna, según existe en TikTok y en otros lados, no tiene una opinión de sí misma demasiado alta. Al menos, no en un sentido antropológico-metafísico.

El mensaje parece ser que es aceptable y hasta recomendable estar en modo goblin, porque el ser humano ya no tiene grandes ideales con los cuales compararse, ideales de excelencia hacia los cuales orientarse. El ser humano ya no se concibe como "imagen de Dios"; no tiene grandes narrativas y por ello puede pasar su tiempo en joggers o leggings comiendo comida de microondas y viendo Netflix y coreografías de TikTok, horas y horas, sin sentirse mal consigo mismo. Más aún: este comportamiento es considerado ahora como un ejercicio de "libertad", pues no hay nada que perder realmente; el entretenimiento y el autoabandono no son en modo alguno "pecados" o "faltas" de ningún tipo.

El otro extremo del modo goblin es, por supuesto, igualmente negativo: la necesidad de crear y creer en una imagen ideal de lo que la sociedad considera que es bueno, reemplazando dioses por celebridades. Sin embargo, el modo goblin revela el nihilismo subyacente. 



Una especie de fastidio cómodo o, en palabras de Michel Houellebecq, "un agotamiento vital" que muestra que ya casi nada tiene el poder de inspirarnos sostenidamente. Rápidamente, ante cualquier situación difícil o incómoda, nos tiramos en la cama o en el sofá y nos refugiamos en nuestras pantallas sin creer ni pensar en nada. Sin nada que perder, buscando algo que llene el vacío y no nos exija mucho esfuerzo.

De este manera, si por un lado las emociones de esta época tiran hacia el polo de la ansiedad social, el sentimiento de ser inadecuados, el vivir para gustar que perpetúa la sensación de insatisfacción e inseguridad ante la mirada ubicua del otro, su opuesto es el modo goblin, el polo de depresión que predomina en la actualidad. 

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