jueves, 22 de septiembre de 2022

La "polipíldora" vive...


 

La polipíldora para el corazón, un fármaco que aglutina en una sola pastilla tres medicamentos indicados para pacientes que han sufrido un infarto de miocardio, mejora la adherencia al tratamiento y reduce un 24% el riesgo de nuevos problemas cardiovasculares graves, como el ictus u otro infarto, en este grupo de enfermos. Así lo constata el último estudio realizado por el equipo del cardiólogo Valentín Fuster en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas (CNIC) y publicado este viernes en la revista New England Journal of Medicine


La pastilla, diseñada hace 15 años por Fuster para facilitar el seguimiento de la terapia, reduce un 33% las muertes cardiovasculares. El cardiólogo asocia estos resultados favorables a la mejora en el cumplimiento de la pauta de tratamiento al tratarse de tres píldoras en una.


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Todo sobre Valentin Fuster en PHARMACOSERIAS

 No fue fácil llegar hasta aquí, recuerda Fuster, que ha presentado los resultados en el Congreso Europeo de Cardiología que se celebra esta semana en Barcelona. Todo su periplo comenzó en 2007, relata, cuando se percató de que

 “la adherencia a la medicación en las enfermedades cardiovasculares era muy baja”. 

Menos del 50% de los pacientes con una enfermedad crónica toman la medicación adecuadamente, calculan los expertos.

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Precisamente, de la complejidad del tratamiento con varias pastillas y la falta de adherencia a él, surgió la idea de desarrollar tres píldoras en una: la polipíldora (polipill, en inglés), formada por aspirina, atorvastatina y ramipril. Pero no fue una tarea fácil, recuerda Fuster: sabían qué tenía que llevar dentro, pero no cómo, ni cuánto, ni de qué manera para que los principios activos fueran compatibles entre ellos y se garantizase la seguridad, eficacia y estabilidad de los fármacos dentro de la píldora. “Probamos 50 tipos. El desarrollo de la polipíldora es muy difícil”, cuenta. 


Según la farmacéutica Ferrer, que ha participado en el desarrollo del medicamento, la pastilla empezó a estar disponible en 2008. Pero no fue hasta 2014 que la Agencia Española del Medicamento dio el visto bueno para dispensarla en España y en 2015, comenzó a comercializarse

Desde entonces, los investigadores ya comenzaron a trabajar en la idea de medir el éxito de su estrategia de prevención secundaria (tras el infarto) en términos de salud y pusieron en marcha el estudio SECURE: estudiaron a cerca de 2.500 personas infartadas de más de 75 años o mayores de 65 con algún factor de riesgo (diabetes, insuficiencia renal o ictus previo, entre otros), a las que dividieron en dos grupos, uno de los cuales recibió la polipill y el otro, el tratamiento estándar (con pastillas separadas). Y los siguieron durante una media de tres años. 

Miramos la coincidencia de muerte cardiovascular, infarto, evento cerebrovascular y revascularización urgente. Todo era más bajo en el grupo de la polipill. Las curvas [entre los grupos] se empiezan a separar desde el primer momento y siguen separadas a los cuatro años. Si siguiésemos con el estudio, probablemente las curvas serían aún más distantes”, apunta Fuster

El riesgo de estos sucesos cardiovasculares se redujo un 24% entre los que tomaba la polipíldora respecto al grupo que recibió el tratamiento por separado. Las muertes cardiovasculares, en concreto, se redujeron un 33%: de 71 pacientes en el grupo de tratamiento habitual a 48 en el grupo de polipíldora. 

Más adherencia 

Fuster asegura que hay “una relación muy directa con la adherencia”, que también era más elevada en el grupo que recibió la polipíldora. Pero el cardiólogo no descarta tampoco que haya otros factores implicados, aunque no específica cuáles y tampoco eran objeto de este estudio. En cualquier caso, añade, se hicieron 16 subgrupos por edades, género o países y en todos se mostró una tendencia favorable hacia la polipíldora, lo que da consistencia a los resultados, asegura. 

Con todo, lamenta, la pastilla, si bien mejora los resultados en salud, no es la panacea. Hay otros riesgos que pueden seguir jugando en contra, admite, porque los pacientes siguen padeciendo obesidad, diabetes tipo II, hipertensión u otros cuadros clínicos de riesgo para sufrir problemas cardiovasculares. “Uno no puede esperar milagros si no se cuida”, zanja. 

Alrededor del 10% o el 15% de los pacientes infartados sufren otro problema cardiovascular entre los tres y los cinco años tras el infarto, asegura el cardiólogo. 

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