Esta semana despedimos a Joan Rovira, de quien recibimos mucho como personas, como Salud y Fármacos y como sociedad: nos regaló generosidad, agudeza técnica y sensibilidad social.
Todos le estamos agradecidos por su calidad humana y su deseo de ayudar. Dejó aportes muy valiosos en el estudio y visibilización del acceso a los medicamentos, las politicas de precios y los impactos de las disposiciones de propiedad intelectual sobre el derecho a acceder a medicamentos, entre muchos otros legados que tantas otras personas han expresado. Joan fue de los primeros en aceptar formar parte de nuestro Comité Editorial, siempre pudimos contar para revisar y/o escribir articulos y organizar eventos. Lo echaremos en falta.
Gracias, Joan. Que descanses en plena paz.
A todos sus familiares y seres queridos, les hacemos llegar nuestras condolencias, y deseamos que la serenidad, la paz y el afecto de los que conocimos a Joan les acompañen.
Fraternalmente,
Equipo Salud y Fármacos
Joan Rovira Forns, economista de la salud
Fue en los años ochenta uno de los fundadores de la disciplina en España, cuando era prácticamente una desconocida en todo el mundo
La última y calurosa tarde de julio nos dejó para siempre en Barcelona Joan Rovira. Su fallecimiento a los 75 años ha levantado una oleada de condolencias de las más diversas procedencias, expresión clara del afecto, el compañerismo y la admiración que levantaba en los más diversos círculos, desde el estrictamente profesional y académico hasta el deportivo (ciclismo, pimpón, bádminton…), pasando por organizaciones no gubernamentales y aficionados a la guitarra y los boleros.
Su sólida formación como economista y su capacidad analítica le llevaron al Departamento de Teoría Económica de la Universidad de Barcelona, de la que era profesor emérito. A lo largo de más de 40 años estuvo a la mejor altura académica por la calidad y cantidad de sus investigaciones y publicaciones, por su proyección internacional perfectamente moderna (dominaba con soltura el inglés, el francés y el alemán), por su capacidad de generar inquietudes intelectuales y por su magisterio transmisor de interés por la economía de la salud a colegas y alumnos, hoy profesores de universidades españolas, la London School of Economics, universidades latinoamericanas y técnicos de empresas y organismos españoles e internacionales
Joan fue uno de los fundadores de la economía de la salud en España, en los años ochenta del pasado siglo, cuando esta disciplina, hoy totalmente consolidada como especialización de la economía, era prácticamente una desconocida en todo el mundo. Se inició con una tesis sobre si procede remunerar la donación de sangre, un tema que contribuyó a convertir en clásico, y siguió con muchos otros asuntos como medicina privada, recursos humanos o salarios.
Pero el área en la que sus contribuciones le llevaron a ser considerado uno de los especialistas de renombre internacional fue la política y la economía de los medicamentos. Llegó a ser economista encargado de esta área en el Banco Mundial y trabajó para otros organismos internacionales en numerosas consultorías y proyectos. Le llevaron a recorrer el mundo, siempre con el designio de mejorar el acceso a los medicamentos y la salud de las poblaciones más desfavorecidas en los países en vías de desarrollo, proponiendo muchas veces soluciones novedosas y rompedoras. Todo ello desde un profundo conocimiento de la economía, sin caer en el arbitrismo ni en el izquierdismo infantil. También ayudó mucho a diversas organizaciones no gubernamentales activas en este campo.
Además, fue un muy temprano introductor de la evaluación económica de las tecnologías sanitarias y estuvo en la primeras juntas de la Asociación de Economía de la Salud y de ISPOR. En este campo realizó aportaciones fundamentales como un manual, numerosos estudios, un proyecto de estandarización de la metodología y la creación en SOIKOS de una base de datos de costes sanitarios que durante muchos años llenó un hueco que nuestras administraciones sanitarias todavía no han sido capaces de cubrir.
Fue un ejemplo de independencia e integridad y coherencia intelectual y personal en un mundo más bien proceloso. Era de carácter franco, sin confrontar pero no acomodaticio, desdeñoso de las apariencias. Quizás su mejor virtud fue practicar y exigir a los que le rodeábamos el "sapere aude" kantiano. Siempre tenía preguntas y dudas que te descubrían dimensiones en las que no habías pensado y que te forzaban a considerar que el tema no estaba cerrado y que lo que parecían soluciones certeras no lo eran tanto. Lo hacía además con vehemencia y socarronería que animaban aún más el debate. Compartió siempre generosamente sus conocimientos.
Felix Lobo /El País 5.8.2022
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