sábado, 23 de julio de 2022

Para_Pharma_Lia: El olor de la vagina

 


En los años 50, la publicidad de productos femeninos en Estados Unidos empezó a difundir un temor entre las mujeres. Su marido podía abandonarlas si no cuidaban el olor de su vagina. 


Lehn & Fink, la empresa fabricante de Lysol, un desinfectante para limpiar baños, aprovechó para lanzar en sus anuncios que su producto también podía utilizarse para lavar el canal de la vagina, eliminar cualquier tipo de mal olor y conservar así a sus maridos. El problema fue que Lysol contenía cresol, un metilfenol que daña la carne humana, especialmente las membranas mucosas. La publicidad animaba a esas mujeres a tratar su vagina como un fregadero sucio. 


El anuncio insistía: «Llega profundamente a los pliegues». 

Como resultado, muchas mujeres se hicieron terribles quemaduras y algunas llegaron a morir, pero no hubo denuncias, porque las afectadas se sentían humilladas y no querían que sus casos saliesen a la luz. Fue un ejemplo evidente de explotar la vergüenza del consumidor para venderle un producto. 

¿Fue cosa del pasado? No.

En 2020, Vagisil recurrió también al miedo al mal olor vaginal para ofrecer su producto, especialmente en adolescentes, el sector de la población que más sufre de inseguridad. Con una campaña lanzada en redes sociales, sobre todo Instagram, en apariencia reivindicativa, Vagisil lanzó el mensaje de que todas las chicas tenían que estar orgullosas de sus cuerpos. La menstruación era hermosa, no había que estigmatizarla, decía. 

 

«El olor vaginal lo tenemos todas, eso no debe impedirte ser tu misma. De modo que la próxima vez que te preguntes si eres la única mujer que huele en pilates, que sepas que no y que no debes avergonzarte». 


A continuación, se recomendaban unos productos, toallitas y geles, que se habían diseñado en colaboración con otras adolescentes para que sus vaginas estuvieran frescas y oliesen muy bien tras la menstruación. 

Había un espray, Odor Block, que eliminaba el olor incluso antes de que comenzase. Era, de nuevo, avergonzar al consumidor para venderle un producto, y, otra vez, perjudicial para la salud. Hubo médicos que advirtieron de que echarse ese tipo de lociones en la vagina destruiría el microbioma y crearía una vaginosis bacteriana de verdad, entonces sí que aparecería el mal olor y, lógicamente, el remedio que pensarían esas adolescentes es que tendrían que comprar más Vagisil y echarse más.


Igual de perverso era Goop, la empresa de Gwyneth Paltrow que vende productos para alcanzar el equilibrio y la armonía 

¿Y es lo que desafía la perfección de la mujer? Todo lo que es normal e inevitable, como la menstruación. Entre lociones y elixires para eliminar las arrugas, ofertaba un huevo de jade vaginal que servía para regular los ciclos menstruales, equilibrar las hormonas y mejorar el control de la vejiga. 


El mensaje era que la mujer que experimenta las consecuencias de la regla, como los cambios de humor o el cansancio, era porque no se esforzaba en evitarlos, porque por el módico precio de 66 dólares se podía. Es decir, era una vergüenza sufrirlos. 

La empresa fue demandada y tuvo que reembolsar a las compradoras porque se demostró en un juicio que no había respaldo científico ninguno para lo que prometía.(Más)

 


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