lunes, 16 de mayo de 2022

Humor...es lunes: AIDS y COVID se "echan" a la piscina...



 Durante la histeria del sida, precedente de la covid en tantos sinsentidos, “The Lancet” publicó un sesudo artículo sobre el posible contagio del síndrome en piscinas. Se concluía que las personas con una herida superficial no deberían arriesgarse a la zambullida.


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Seguro que los autores de la pieza se ríen al evocarla, pero uno de los interrogantes más ansiosos de la actual pandemia se plantea en Google, “¿Puedo contagiarme de la covid nadando?”. 

La tranquilizadora respuesta asegura que “el virus no se transmite a través del agua mientras nadas”. 

Habitamos una irrealidad tachonada de miles de ingresos hospitalarios, enfermos críticos y fallecimientos.

Eduardo Mendoza fue el primero que interrumpió la entrevista radiofónica en que se le exaltaba el coraje mostrado durante el confinamiento, para replicar que no encontraba los síntomas de la valentía en encerrarse en casa. Cada nuevo retroceso forzado por el virus se interpreta como una norma de obediencia religiosa. El culto a los confinamientos ahora denigrados ha sido sustituido por la adoración a la sagrada vacunación. Algún día se deberá rendir homenaje a los vacunados sin estrépito, que se han sometido a la inyección en un trámite silencioso y sin necesidad de pregonar su inmunización muy relativa, ni de calificar de asesinos a los antivacunas cerriles.

La urgencia por sentirse a la vez víctimas y virtuosos, como si los destinatarios de las catástrofes no fueran designados al azar, debía contagiarse por fuerza a la pandemia. Con una cámara de televisión persiguiendo las declaraciones en el momento de la verdad de cada vacunado, cabe imaginar la decepción de los escasos inmunizados que no han merecido la atención de un solo micrófono, sobre todo al escuchar que “a mí me entrevistaron en las dos dosis, y con la tercera salí en el telediario”. 

El vacunado sin estrépito, porque toca mencionarlo en singular, se limita a convivir contra el virus, a esperar su turno ahora que nos vamos a infectar todos y a reservar a los antivacunas una reflexión del Juan de Mairena machadiano. “Es más difícil estar a la altura de las circunstancias que ‘au dessus’ de la melée”. Ver

 

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