La Fundación BBVA ha informado...
Katalin Karikó y Drew Weissman descubrieron cómo utilizar el ARN para transferir proteínas al organismo, de forma que convirtiera el propio cuerpo receptor en la fábrica que produce la terapia, aunque, como explica el segundo de ellos, "el problema que nos encontramos es que el ARN era enormemente inflamatorio, y el animal al que se lo inyectábamos se ponía enfermo, (...) estuvimos muchos años intentando averiguar la causa de este problema, y fue así como conseguimos nuestro hallazgo principal: un método para evitar la reacción inflamatoria del ARN".
La tecnología descubierta por Robert Langer fue fundamental para las terapias de ARNn al crear micro y nanopartículas para encapsular grandes moléculas, pues “si el ARN se inyectara directamente, simplemente se destruiría. En cambio, al ponerlo en estas pequeñas partículas, lo proteges cuando lo inyectas en el cuerpo, y así sobrevive para poder trabajar”, explica.
Un “ejemplo de perseverancia”
Tras conocer el fallo del jurado, Karikó explica lo que significa este reconocimiento, pues, “durante 40 años, no solo no recibí ningún premio, sino que no recibí ningún apoyo económico para mi investigación, así que este reconocimiento es un gran honor. Quiero aprovechar que estoy bajo los focos de los medios para animar a los jóvenes a dedicarse a la ciencia, porque es apasionante”.
Langer también se había enfrentado décadas atrás al mismo escepticismo que Karikó y, a pesar de haber creado la tecnología en 1974, la comunidad científica no creía que fuera posible. "Los primeros nueve proyectos de investigación que solicité fueron rechazados, y no pude conseguir un trabajo en un departamento de ingeniería química, que es mi disciplina”, afirma. Ahora, es hoy uno de los científicos más citados a escala mundial, autor de más de un millar de patentes y cofundador de la compañía biotecnológica Moderna.
Para Oscar Marín, que es el director del Centro de Trastornos del Neurodesarrollo en el británico King’s College London y secretario del jurado, “tanto Langer como Karikó y Weissman son un ejemplo de perseverancia, sufrieron múltiples rechazos por lo arriesgado de su investigación y la tendencia al cortoplacismo de la política científica; su triunfo nos hace pensar en lo difícil que es vaticinar qué va a funcionar en biología, y cuántos avances han podido quedar en el camino por no asumir riesgos".
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