miércoles, 1 de diciembre de 2021

Las farmacéuticas sin ánimo de lucro existen...Esther Samper


 

El cristal con el que se mira a las enfermedades es muy diferente según quién sea el observador. Para un paciente, cuestiones como si la dolencia será grave o leve, crónica o pasajera, incurable o curable, resultan vitales para su proyecto de vida. Para la industria farmacéutica, las enfermedades se dividen principalmente en rentables o no rentables. A partir de esta clasificación fundamental se dirigen las inversiones y los esfuerzos de las farmacéuticas para investigar, desarrollar y comercializar fármacos.

Nadie espera que las farmacéuticas actúen como hermanitas de la caridad en el terreno sanitario. Son empresas, al fin y al cabo, y su fin principal es ganar dinero. Y lo hacen muy bien, de hecho: el ámbito farmacéutico es uno de los sectores económicos más lucrativos. Los márgenes de beneficios de las grandes empresas farmacéuticas son muy superiores a la absoluta mayoría de las diversas empresas que cotizan en bolsa.

Ver

Por supuesto, los laboratorios farmacéuticos tienen todo el derecho del mundo a cosechar beneficios millonarios. El problema llega cuando el afán de lucro va en contra del bien común. Un ejemplo clásico es el desarrollo de nuevos antibióticos. La limitada rentabilidad que ofrecen este tipo de fármacos contra infecciones pasajeras, en comparación con aquellos dirigidos a tratar enfermedades crónicas, ha sido un factor clave. Principalmente para que casi todas las grandes farmacéuticas en las últimas décadas hayan abandonado la investigación en antibióticos en un momento u otro.


Y más si tenemos en cuenta que las resistencias a antibióticos se presentan, en el futuro próximo, como una de las grandes amenazas para la salud de la población mundial (la OMS estima que podría ser la primera causa de muerte para 2050). Con esto está claro que el conflicto entre rentabilidad farmacéutica y bien común tiene claras consecuencias sobre todos nosotros.

Desafortunadamente, en ocasiones, lo que es mejor para la salud financiera de las empresas no tiene por qué coincidir con lo que es mejor para la salud de los pacientes. Para atajar estos puntos conflictivos, gobiernos e instituciones públicas crean incentivos para que las farmacéuticas destinen esfuerzos y dinero en aquellos ámbitos sanitarios menos rentables. 


Un ejemplo de ello es la consideración de medicamentos “huérfanos” a fármacos de interés en salud pública, pero que no se investigan o comercializan porque carecen de un claro potencial lucrativo al dirigirse a enfermedades raras o a dolencias típicas de vías en desarrollo.

Las farmacéuticas que se implican en medicamentos huérfanos tienen diversas ventajas según la región del planeta como desgravaciones fiscales, financiación pública de las investigaciones, exclusividad de la comercialización, procedimientos más rápidos en la aprobación del fármaco... En España, además, los medicamentos huérfanos quedan exonerados del sistema de control de precios. 

Más allá de lo anterior, han ido surgiendo con el tiempo diferentes iniciativas farmacéuticas sin ánimo de lucro en diferentes lugares del mundo que han conseguido beneficiar a los pacientes que habían quedado olvidados por el sector farmacéutico convencional. Iniciativas que demuestran que se pueden hacer las cosas de otra manera en el sector de los medicamentos, con los pacientes como prioridad.

Más

No hay comentarios: