“Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre.
Oscuras turbulencias xxx revolvían su pecho.
Su vida coagulada
detenía el oxígeno.
No funcionó.
Su corazón ya no podía hablar,
tartamudeaba.
Dentro de las costillas
un ritmo incompatible, atropellado,
un código sin traducción.
Le tomo la mano a mi enfermo
sin que los otros miren.
El monitor de pulso
sigue chillando con su alarma.
Una enfermera lo apaga. Silencio.”
La poesía no podía quedar de espaldas a la realidad más acuciante, la que nos ha acercado a la enfermedad y los hospitales en el último año y medio, y eso acaso ha sido clave para que un joven médico mexicano, Orlando Mondragón, ganara este martes el premio Loewe de Poesía 2021. Un galardón que premia la forma de convertir la patología en “algo poético, muy extraordinario”, dijo la también mexicana Margo Glantz, miembro del jurado. “En su poesía la muerte se vuelve bella”.
Mondragón, el primer galardonado menor de 30 años, responde a EL PAÍS corriendo, mientras se dirige a su guardia hospitalaria de este martes, con la alegría del premio: “Es un tema que me estuvo rondando en la cabeza desde hace varios años. El libro nace de las experiencias que fui acumulando desde mi formación como estudiante de medicina y como médico interno de pregrado”, responde por escrito.
“En él quise plasmar un abanico de emociones e ideas que surgían al estar frente al cuerpo enfermo y frente a la muerte de forma cotidiana, de tener la responsabilidad de ser el portador de salud a esos cuerpos dolientes. Hay mucha crudeza en este tipo de vivencias, pero siempre creí que también hay espacio para la poesía. De ahí el poemario”.
Como estudiante de medicina, Mondragón estuvo en varios hospitales de la Ciudad de México. Hizo el internado médico en el Hospital General de Zona No. 1-A de la capital mexicana y, hoy, la especialidad en psiquiatría en el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez. (Ver)
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