En una realidad oscura y agobiante, aparece el trazo luminoso de Carlos Bribián para dotar a Terapia (Ediciones Saldubia) de una nitidez inusitada.
Con ella, aborda el asunto de los fantasmas internos que se retroalimentan de la debilidad del cuerpo de uno mismo. Y lo hace sin dejar de lado las emociones humanas ni las escenas impulsadas por los instintos más primarios del ser humano.
El lector se adentra inmediatamente en la historia gracias al manido (pero bien utilizado) recurso del flashback que viene a justificar el estado actual de las cosas dentro de la historia y todo lo que está por venir. Pero más allá del guion de Terapia, merece destacarse el dibujo. Unas ilustraciones que juegan también con el tiempo y la precisión de la historia dibujando (pero también desdibujando) los personajes que en ella aparecen. Así, Yovane (así se llama el triste protagonista de la historia que perdió a su familia en un accidente de tráfico) puede acercarse, por momentos, a una caricatura manga mientras que sus mosntruos van ganando en nitidez conforme más en posesión están del cuerpo del joven. Sin embargo, la voluptuosa doctora Sonia (enviada para tratar de curar de su enfermedad a Yovane), está definida casi desde el primer instante. Diferencias que, lejos de despistar o incomodar al lector, le facilitan la lectura ya que, a medida que el dibujo pasa por sus ojos, su mente ya ha generado la escena en plenitud.
Mas.
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