viernes, 22 de mayo de 2020

Ratón de biblioteca: Exortación a los médicos de la peste / Albert Camus





Biblioteca Méjanes  Aix-en-Provence

Publicado junto con otro texto en abril de 1947 en Les Cahiers de la Pléiade, con el título ‘Los archivos de La peste’, ‘Exhortación a los médicos de la peste’ probablemente fue escrito por Albert Camus en 1941, seis años antes de la aparición de La peste, de la que es uno de los textos preliminares. 
Aunque hoy en día la gran novela de Camus se lee y relee en todo el mundo, en numerosos idiomas, la colección Tracts, con la amable autorización de los herederos de Albert Camus, propone a los lectores descubrir este texto poco conocido, pero de candente actualidad, en que el escritor hace recomendaciones a los médicos para su lucha diaria contra la epidemia.

Ver:

Ratón de biblioteca: LA PESTE A.Camus


La covid-19 ha avivado el interés por La peste, de Camus. En este texto anterior, inédito en castellano, el escritor daba recomendaciones a los médicos para enfrentarse a aquella pandemia:

Los buenos escritores ignoran si la peste es contagiosa. Pero suponen que sí. Y por eso, señores, opinan que ustedes deberían mandar abrir las ventanas del cuarto en el que visiten a un enfermo. Solo hay que recordar que la peste bien puede encontrarse en las calles e infectarlos de todos modos, estén o no las ventanas abiertas.

Los mismos escritores también les aconsejan que utilicen una máscara con gafas y se coloquen un paño mojado en vinagre bajo la nariz. Lleven una bolsita con todos los extractos recomendados en los libros: melisa, mejorana, menta, salvia, romero, azahar, albahaca, tomillo, serpol, lavanda, hoja de laurel, corteza de limonero y peladura de membrillo. Sería deseable que vistieran por completo de hule. Aun así, pueden hacerse ajustes. Pero no hay ajustes posibles en las indicaciones sobre las que están de acuerdo los buenos y los malos escritores. 

La primera es no tomarle el pulso a un enfermo sin antes mojarse los dedos en vinagre. Adivinarán el motivo. Pero acaso lo mejor sería abstenerse de hacerlo. Pues si el paciente tiene peste, no se le quitará con esa ceremonia. Y si ha salido indemne, no los habrá llamado. En tiempos de epidemia, cada cual se cuida el hígado solo, para evitar confusiones.

“Deberán pensar con frecuencia 
en la propia ignorancia, 
para estar seguros de observar la mesura, 
única señora de las epidemias”


La segunda indicación es nunca mirar al enfermo a la cara, a fin de no ponerse en la trayectoria de su aliento. Por eso mismo, si, aun dudando de la utilidad del procedimiento, han abierto la ventana, sería bueno que no se pusieran en la corriente de aire, que puede acarrear al mismo tiempo el estertor del apestado.

Tampoco visiten a los pacientes estando en ayunas. No lo resistirían. Sin embargo, no coman de más. Perderían el ánimo. Y si, a pesar de todas las precauciones, les cae en la boca una gota de veneno, pues para ello no hay remedio, a menos que no traguen saliva durante toda la visita. Esta es la indicación más difícil de seguir.


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