domingo, 26 de mayo de 2019

Releyendo Amado Nervo (en centenario): Medicina mental

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El próximo 24 de mayo se celebra 
el centenario luctuoso de Amado Nervo
(27.8.1870 - 24.5.1919)
cuya estimación a través de los años 
ha fluctuado del deslumbramiento y 
la popularidad al desdén. 
Sin embargo, contra el cargo 
de poeta anticuado, cursi o timorato 
que ha padecido, 
en sus nuevos lectores 
avanza una valoración distinta,
Julia Santibañez



Los modernistas mexicanos reflejan críticamente los patrones de la narrativa naturalista. Nervo contrasta la labor del cirujano con la creación poética en la crónica «Un ideal» (1896) donde se opone la «verosimilitud» de la autopsia y la búsqueda del tópico de la bella muerta, que figura como contrapunto idealista del realismo crudo, simbolizado en la obducción. El anhelado encuentro con ese motivo decadentista es frustrado por los hechos reales: «El ‘lindo’ cadáver, tuve que confesarlo, era bien feo». 
En una columna del periódico La Semana, Nervo es más irónico al comentar que fue Antenor Lescano quien lo llevó a presenciar la autopsia: «Mi amigo tiene una dualidad macabra: doctor y poeta decadente. ¿Se compadecerán ambas cosas? Juzgo que sí. Anatomizar un cadáver y vertebrar una estrofa, ¿quién acertará a hallar oposición en esto?». 
La detallada descripción de la autopsia reconstruye la mirada del anatomista y su empeño en la «documentación literaria» que penetra por debajo de la superficie del cuerpo y recorre la anatomía guiada por el bisturí. El texto muestra cierto desencanto acerca del potencial revelador de la autopsia, ya que el método sólo arroja luz sobre el funcionamiento de los órganos, sobre su utilidad y su mecánica. La conclusión irónica, en cambio, remite a los límites de la psicología literaria contemporánea y pone en entredicho la relación entre lo orgánico y lo psíquico:


Antenor sonreía: ha visto tantas vísceras, que si éstas revelaran los abismos de la conciencia habría que discernirle, además de los títulos de médico y de poeta, el de psicólogo, que ni los más sonados novelistas han logrado merecer en toda su latitud ya que un Bourget, por ejemplo, no hace otra cosa que poner faldas a su espíritu y presentárnoslo luego con el nombre de una condesa X


La primera novela corta de Nervo muestra el declive de su protagonista a partir de la psicopatología. Pascual Aguilera (1892-1893) trata de un personaje del mismo nombre, presa de sus pulsiones irrefrenables. La concepción de la obra es de cuño naturalista, aunque su hibridismo permite atisbos de la sensibilidad de fin de siglo y traba relaciones intertextuales con la tradición regionalista y costumbrista. (...)


En lo que toca a la medicina, Pascual Aguilera hace patente un punto de ruptura en la tradición novelística mexicana, ya que hasta los años noventa el personaje del cura tiende a representar el sentido común. Mientras en la novela de Altamirano el sacerdote figura como principal impulsor del progreso de la comunidad rural, en Pascual Aguilera garantiza la pervivencia de la estirpe condenada del protagonista. En los años noventa del siglo XIX, se observa una nueva racionalidad, cuya encarnación es el médico, emblema de la secularización. En la novela corta nerviana este personaje dictamina el caso patológico del protagonista: 
«El médico llegó sólo para diagnosticar una hemorragia cerebral con inundación ventricular, ocasionada por alguna intensa conmoción fisiológica debida a la histeria mental. Pascualillo, víctima hacía tiempo de un erotismo del cerebro, era idóneo candidato para un fin semejante». 


A lo largo de la novela se recurre al lenguaje psicopatológico, expresión de esta nueva racionalidad, que clasifica al protagonista como un caso de degeneración hereditaria dentro de una sola generación. Según la psicopatología de la época, esta retrogradación se genera a causa de una modificación orgánica del sistema nervioso que en la novela se deriva del linaje hereditario, pues el mismo Pascual es hijo ilegítimo de una alcohólica y de un progenitor cuya vida excesiva agotó precozmente su fuerza vital. Nervo se distancia en relatos posteriores de las teorías positivistas y elabora una complejidad psicológica mayor en sus personajes. (...)

Los psiquiatras y médicos William James, Pierre Janet, Henri Bergson, Jean Martin Charcot, Théodule Ribot, Eugène Azam y Santiago Ramón y Cajal, entre otros, desfilan por las novelas cortas de Amado Nervo, sobre todo en El sexto sentido y en Amnesia. La figura del médico gana presencia a lo largo de las obras de Nervo y representa un nuevo paradigma racional opuesto a la tradición. 
En algunos casos, se mencionan explícitamente a esas médicos para otorgarle verosimilitud a la narración.

Asimismo, con el desarrollo de la obra nerviana, las alusiones a la medicina se vuelven más explícitas y más lúdicas. Mientras que las primeras novelas cortas, de carácter naturalista, integran la teoría médica para estructurar la trama y esbozar los personajes, obras posteriores se emancipan de la seriedad de la racionalidad médica y juegan con las implicaciones filosóficas y psicológicas de la psiquiatría. 
Por medio del juego metaficcional, sus novelas cortas tardías ponen en tela de juicio la veracidad y la cientificidad de las teorías y de la institución del manicomio. Asimismo, la ficción se aleja de los fundamentos somáticos de la psiquiatría decimonónica y anticipa de manera preteórica nociones que adquieren cientificidad con la fundación de la psicología moderna.
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