domingo, 24 de junio de 2018

Terapias de los sentidos: Papier d´Armenie

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Papier d´Armenie


El químico francés Auguste Ponsot descubrió durante un viaje a Armenia a finales del siglo XIX que allí perfumaban los espacios interiores quemando resina de benjuí, una planta de la familia de las estiracáceas originaria de regiones templadas y subtropicales.

Atraído por su uso como ambientador –y también desinfectante–, Ponsot decidió llevar el producto a su país y asociarse con el farmacéutico Henri Rivier, quien se había percatado de que disolviéndolo en alcohol a 90 grados conseguía un olor persistente. Si a esa solución se le añadía perfume, el resultado era una combinación aromática agradable, similar a la de la combustión del incienso.

 

La pareja de emprendedores buscó un soporte en el que verter la mezcla y lo encontró en el papel secante. 
Era 1885 y nacía Papier d’Arménie.


Aquel artículo casi exótico en la Europa de hace 130 años es hoy la principal fuente de ingresos de una empresa que factura 2,5 millones de euros al año, abastece a 20.000 puntos de venta en Francia y exporta incluso a Japón. Su máxima responsable es Mireille Schvartz, bisnieta del farmacéutico Rivier.

«Es un producto bueno, que funciona y no es caro. Antes de la I Guerra Mundial se llegó a usar mucho en los hospitales [el bálsamo de benjuí servía para tratar el asma, la tos y la ronquera]. Ahora los mejores clientes, al menos en Francia, son jóvenes. Lo emplean para hacer desaparecer el olor a tabaco», explica Schvartz en su despacho.




 

El papel aromatizado se quema en salas de estar, en cocinas, en aseos... Incluso algunas revistas de pesca lo recomiendan. 
¿Le molesta que haya pasado a tener un uso poco glamouroso?


Laissez brûler 
Les p'tits papiers 
Papier de riz 
d'Arménie 
Qu'un soir ils puiss'nt 
Papier maïs 
Vous réchauffer

No exagera: el legendario Serge Gainsbourg convirtió los papiers en fetiche pop al dedicarles una canción a mediados de los 60. 

Con todo, ha sido el creciente interés por lo ecológico en Francia lo que ha hecho que muchos consumidores prefieran coger una cerilla y quemar un trozo de papel a encender una vela o desprecintar un ambientador industrial. (Más)


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