La primera semana de mayo de 1968
fue para mí admirable.
La parálisis del Estado hacía que
todo el mundo hablara en la calle.
Las consultas psicoanalíticas
se vaciaron de golpe,
todos lo que padecían del estómago
mejoraron, etcétera.
Cuando regresó la normalidad,
todo eso también volvió.
Edgard Morin
La victoria fugaz de un marxismo superficial
Clarin 04.05.2018
Edgard Morin
La victoria fugaz de un marxismo superficial
Clarin 04.05.2018
Psicoanalista y escritora, Julia Kristeva es una de las figuras brillantes del pensamiento francés actual.
En ocasión de la conmemoración de los sucesos de Mayo del 68, vale la pena destacar sus ideas sobre el sentido de la rebelión, manifestadas en un reportaje para el Magazine Littéraire, y en su libro La revuelta íntima.
Frente a la tendencia actual a desacreditar los sucesos de Mayo del 68 -ya sea relegándolos a los terrenos de la utopía, ya reduciéndolos a las dimensiones de una revuelta juvenil-, Kristeva rescata las profundas consecuencias que ese cuestionamiento de los valores vigentes trajo aparejadas en la vida social francesa.
"Cambiaron las relaciones algo rígidas entre padres e hijos, surgieron las escuelas públicas mixtas, la acción de los homosexuales se organizó abiertamente, el movimiento femenino llegó a su auge. Estas transformaciones culturales que siguen teniendo vigencia son el fruto del 68".
Pero la reivindicación de la revuelta de 1968 no le impide percibir que los cambios registrados desde esa época exigen buscar nuevos caminos:
"Hoy la revuelta consiste en estar inquieto, formular preguntas sobre la universidad, la escuela, la vida social, lo sagrado, el papel de las mujeres en la ciudad" -plantea.
De allí su llamado a que los intelectuales profundicen en esa dimensión de la rebelión "como condición indispensable para la vida psíquica y la vida social en su conjunto".
Necesidad impostergable, si se desea evitar que el descontento social ante las consecuencias de la globalización y el liberalismo tecnocrático sea capitalizado por los partidos extremistas.
Kristeva convoca a la búsqueda de nuevas formas de rebelión
"que pasen por la estética, lo femenino, lo sagrado. Es un largo trabajo que consiste en el cuestionamiento antropológico del lugar que ocupan el extranjero, el francés, el hombre y la mujer, el derecho a la felicidad y la necesidad de sacrificios en cuanto a la redistribución de los bienes individuales y colectivos. Es un verdadero debate que concierne a la civilización".
El mundo moderno se enfrenta a la disyuntiva entre dos formas de libertad: la que propone el liberalismo ("una ilusoria libertad-adaptación", en opinión de la pensadora francesa) y la libertad entendida como " un eterno recomenzar". Dentro de ese marco, Kristeva invita a pensar nuevamente en "la libertad como rebelión permanente", y a buscar "los espacios sociales dentro de los cuales podría surgir".(Más)
No hay comentarios:
Publicar un comentario