"Javi comenzó colaborando con una ONG
y terminó tan comprometido
que dejaba durante meses
el calor del hogar
para levantar y cuidar
los hogares de otros..."
Siempre se ha trabajado con la sospecha de que esos dineros recaudados con mayor o menor fortuna, eran usados para provecho de las ONG más que para su desarrollo sobre el terreno. Es una conjetura que se ha ido haciendo cada vez más grande, con pequeños casos por aquí y por allá de corrupción y tragedia. Hemos conocido muchas de las caras ocultas de lo que para la gran mayoría no es más que un negocio, el negocio de la caridad.
Por eso el caso Oxfam desata más demonios de los que se perciben tras las noticias. Los demonios del odio y la explotación, del abuso de poder y la amargura. Ahora tendrán que caer todas las cabezas, depurar todas las responsabilidades y no andarse con ningún paño caliente: está en juego la labor humanitaria y es un delito evidente contra los más débiles entre los débiles. Estos desalmados no pueden cargarse el trabajo de todos los javis del mundo.
Toni Rodero, El Comercio, Asturias 18.02.18
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