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No Es Sano es una campaña coral de organizaciones que luchan para defender y promover el acceso universal a los medicamentos como parte indispensable del derecho a la salud.
La cirugía, la quimioterapia y la radioterapia han conformado siempre el arsenal terapéutico para combatir los diferentes tipos de cáncer. Sin embargo, en la última década, se ha desarrollado un nuevo tipo de tratamiento que empieza a posicionarse como una de las alternativas con más futuro para acabar con esta enfermedad: la inmunoterapia, que modifica las propias células del sistema inmunitario del paciente para que detecte y destruya a las células causantes del cáncer.
Recientemente, la Agencia Americana del Medicamento (Food and Drug Administration – FDA, en inglés) ha aprobado dos tipos de inmunoterapias denominadas CAR-T (Chimeric Antigen Receptors- T Cells, en inglés), empleadas para tratar leucemias. Kymriah, de la farmacéutica Novartis, y Yescarta, de Gilead. Ambas con precios que rondan los 400 mil dólares por tratamiento. “Estas nuevas terapias abren un camino muy prometedor en la lucha contra el cáncer, pero también marcan un punto de partida de precios que serán tomados como referencia para el resto de tratamientos CAR-T que estén por llegar”, asegura Roberto Sabrido, presidente de la Asociación por un Acceso Justo al Medicamento.
Los precios con los que salen al mercado estadounidense estos medicamentos son habitualmente tomados como referencia a la hora de comercializarlos en Europa y, por tanto, también en España. Por ello, la campaña No Es Sano ha enviado una carta dirigida a los presidentes de Novartis y Gilead en España y a sus sedes centrales para trasladarles la enorme preocupación que suponen los precios de estas nuevas terapias y conocer los criterios que se han empleado para imponer dichos precios.
Kymriah de Novartis: 475.000 dólares
Hace unas semanas, la farmacéutica Novartis anunció el lanzamiento de su nueva terapia CAR-T Kymriah contra la leucemia linfoblástica aguda (LLA), un tipo de cáncer de la médula ósea y de la sangre que, según la Agencia Americana del Medicamento, afecta especialmente a la población infantil y cuyos resultados podrían ser muy prometedores entre los niños y jóvenes menores de 25 años.
“Este hallazgo es prometedor, pero se ha visto ensombrecido por la preocupación que genera su alto coste: 475.000 dólares por tratamiento”, añade Elena Urdaneta, coordinadora general de Médicos del Mundo.
Además, su aprobación en la FDA se ha basado en un ensayo clínico que contó con la participación de tan sólo 63 pacientes, generando todavía dudas en cuanto a su eficacia y seguridad. “Se está consolidando un modelo de innovación de alto riesgo caracterizado por la debilidad de las evidencias y por precios desorbitados e inaccesibles”, Carlos Ponte, portavoz de No Gracias. “Un modelo que a medio y largo plazo amenaza muy seriamente la sostenibilidad de los sistemas nacionales de salud”, añade José María González, coordinador de Salud de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Yescarta de Gilead: 373.000 dólares
A finales del mes de agosto, Gilead anunció también la compra de la compañía Kite Pharma por 11.900 millones de dólares y, con ello, la compra de todas sus innovaciones en inmunoterapias. Entre ellas, Yescarta, la segunda terapia CAR T que ha sido aprobada por la FDA hace tan sólo unos días para el tratamiento de un tipo de leucemia en adultos. 373.000 dólares por tratamiento es su precio de salida. La solicitud de autorización en Europa también se espera para finales de este año.
“Nos preocupa mucho la tendencia de los precios que vemos en estas nuevas terapias. Por eso nos parece tan importante la transparencia sobre las inversiones reales en I+D de las compañías. Además, una cosa es la inversión en innovación biomédica y otra la compraventa de empresas bajo una lógica especulativa”, asegura Vanessa López, directora de Salud por Derecho.
Investigaciones con dinero público
Al problema del precio desorbitado que ha abierto el mercado de estos nuevos tratamientos, se une la falta de retorno de inversión pública de unas terapias que han sido ampliamente desarrolladas en numerosos centros públicos de todo el mundo con fondos procedentes de la recaudación de impuestos de los ciudadanos y ciudadanas. Solo en EEUU, las instituciones públicas han invertido más de 200 millones de dólares desde 1993 en el desarrollo de estas terapias.
No Es Sano ha preguntado a las compañías sobre los criterios utilizados para la fijación del precio de estas terapias, sobre todo en un momento tan incipiente, y su inversión en I+D separada de la inversión destinada a las compras de licencia.
Carta enviada hoy a Gilead y a Novartis
jueves, 16 de noviembre de 2017
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