domingo, 5 de marzo de 2017

Crearon para la industrian (XX): Arq. Miguel Fisac / La Pagoda



El edificio conocido popularmente como “la pagoda” fue construido por el arquitecto manchego Miguel Fisac Serna (Daimiel 1913- Madrid 2006) entre los años 1965 y 1970 cerca de la Avenida de América, en la entrada a Madrid desde la autovía de Zaragoza. 
El edificio destinado a ser la sede de los laboratorios farmacéuticos Jorba, fue demolido finalmente en 1999 víctima de la especulación inmobiliaria y según su propio autor, se debió a un ataque personal promovido por el Opus Dei. 

Este singular y desaparecido edificio recibió el nombre de “la pagoda” debido a su curiosa estructura; consistente en una torre en la que cada planta superior giraba 45º sobre la planta inferior y la transición entre plantas se desarrollaba mediante formas hiperboloides, dando un ritmo sustancial a la fachada. 

El edificio 

El edificio principal de los laboratorios era la torre, en donde se situaban las oficinas y una biblioteca y la zona de producción, que sería la zona secundaria, consistía en dos naves rectangulares con una gran iluminación natural procedente de las dos alturas con las que se remataba su cubierta. La cubierta se realizó mediante un sistema de vigas patentado por Fisac. Estas vigas fueron bautizadas como vigas hueso. El sistema consistía en módulos estructurales tubulares de hormigón, que podrían recordar a los sistemas vertebrados. 

La especulación 

Pronto este paradigma de la vanguardia arquitectónica europea fue víctima de la especulación inmobiliaria y de una serie de tramas relacionadas con enemistades personales. A todo ello habría que sumar la falta de interés y la mala gestión de las administra-ciones involucradas, esto es: el ayuntamiento de Madrid y la comunidad de Madrid. El resultado final fue la demolición de la Pagoda en julio del año 1999, desapareciendo bajo la piqueta uno de los símbolos urbanísticos del Madrid moderno. En el año 1999, José María Jorba, el dueño de la Pagoda anunció a Fisac la venta de las instalaciones y le transmite la voluntad de los nuevos dueños, el Grupo Lar de reformar y ampliar el edificio pero en ningún caso derribarlo. No tenían intención de demoler un edificio tan llamativo que era un emblema de la ciudad de Madrid y de su nueva arquitectura. Pero extrañamente los técnicos del ayuntamiento aludieron ante su derribo, entre otras cosas, que no cumplía la normativa ante incendios etc. Lo curioso es que el entonces alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, se limitó a “lamentar profundamente que los propietarios de La Pagoda hayan decidido derribar el edificio”. Y añadió: “Al haber solicitado el derribo la propiedad y no estar catalogado el edificio, no tenemos ningún respaldo legal para impedirlo”. 

El Opus Dei 

Fisac en aquel momento consideró que la demolición de su obra se debió a un ataque personal promovido por el Opus Dei y ejecutado por el Ayuntamiento de Madrid. Hay que recordar que Miguel Fisac tuvo mucha relación con la institución creada por José María Escrivá de Balaguer; de la que fue miembro numerario entre 1936 y 1955, y con la que rompió para siempre, llegando a catalogarla de secta. 


Terrorismo cultural 

El edificio pudo ser demolido al no estar dentro del catálogo del patrimonio arquitectónico de la comunidad de Madrid, pese a que un año antes se había promulgado la ley de Patrimonio Histórico de la comunidad de Madrid (Ley 10/1998). El día que se procedió al derribo, un grupo de arquitectos y personas contrarias a la demolición se concentraron delante de la Pagoda para intentar paralizar la orden, cosa que no consiguieron. Pero lo que sí consiguieron fue que se crease un debate y una polémica en torno a su derribo y en torno a la figura de Fisac y su importancia para la historia de la arquitectura española moderna. La demolición fue tildada por los medios como un acto de “terrorismo cultural”. 



El racionalismo de Fisac 

Fisac fue uno de los padres de la arquitectura moderna en España. 

En sus inicios Fisac se percató que el racionalismo arquitectónico de moda en aquella época, no era funcional al no responder a las exigencias técnicas y a las nece-sidades cotidianas. Poco a poco fue adquiriendo un lenguaje propio, moderno y vanguardista que tuvo gran influencia de la obra del arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright, y por otro lado, influen-cia del organicismo nórdico, que conoció en su viaje a Suecia en 1949. En su arquitectura buscaba la forma más lógica y económica, estudiaba la finalidad del edificio, su ubicación, y a partir de ahí trabajaba para crear espacios que hacían que sus edificios tuviesen un sentido que combinaba estética y funcionalidad. (Ver)

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