Viendo las últimas campañas electorales en todo el mundo, parece afianzarse la idea de que cualquier con acceso a un altavoz físico o digital puede conseguir una audiencia que acepte sus afirmaciones como si fueran hechos, muchas veces incluso ante evidencia sólida de lo contrario.
Hablamos, por supuesto, del mundo de la política de la posverdad. Un término de moda debido al Brexit y la victoria de Donald Trump. Parecía que había colores para todos los gustos, y gracias a la posverdad ahora también hay verdades para todos. Nos rodeamos de lo que queremos creer y rechazamos todo lo que confronta estas opiniones diciéndonos que son datos sesgados o manipulados.
El problema es que la política es un marcador de la población. Una sociedad que cada vez se apoya menos en la verdad, deja de creer en las instituciones que funcionan gracias a hechos demostrados. La Medicina es una institución que desde hace décadas se arraiga en bases demostradas científicamente, enfrentándose actualmente a un entorno cada vez menos proclive a creer en hechos demostrados. Si bien en nuestro entorno los niveles de confianza en los Servicios Sanitarios son elevados, existen amenazas evidentes.
En los Estados Unidos, solo un 39% de la población confía en el sistema de Salud. Por ejemplo: las vacunas. No hay debate real en la comunidad científica sobre la efectividad y seguridad de la vacunación en la edad pediátrica. Ninguno. Sin embargo, desde hace años batallamos contra el peligroso discurso anti-vacunas que se basa en opiniones (cuando no mentiras), tomadas como credo por quienes rechazan toda evidencia arropándose en que "la industria farmacéutica es mala".
Y hay más, en 2016 Facebook ha sufrido fuertes críticas por la facilidad con que se difunden noticias falsas en su red social. En el apartado médico destacan las noticias relacionadas con curas falsas y aquellas que atacan políticas de salud pública (vacunación) en todo el mondo. Las noticias falsas se utilizaron en Nepal y Nigeria para incitar a la violencia. Incluso en Brasil una mujer fue apaleada hasta la muerte al difundirse en Facebook que practicaba magia negra con niños que secuestraba.
Si no es suficiente con demostrar nuestras afirmaciones usando el método científico ¿qué necesitamos? Resulta difícil convencer a un paciente diabético de que debe mantener controlados sus niveles de glucosa, sobre todo cuando informaciones falsas que lee en Internet tienen la misma importancia que la evidencia recopilada a lo largo de casi 100 años de uso de insulina.
Seas médico, enfermero, farmacéutico, fisioterapeuta, etc. poco importa a qué rama de la Salud te dedicas ¿cómo luchas contra el ruido de miles de voces en una sociedad que da más importancia al volumen que a la razón?
Lo primero es afrontar con humildad lo que desconocemos, ser honestos sobre las incógnitas que aún rodean nuestra profesión, pero mostrar que existen verdades demostradas por investigaciones fiables. No se trata de pedir una confianza ciega a nuestros pacientes. No hay fórmulas mágicas para enfrentarnos a la posverdad. Los sanitarios deberíamos mantenernos lo más firmes posibles en el terreno de la ciencia, sin propagandas, evitando los conflictos de interés. Debemos convertirnos en el muro que mantenga fuera de nuestra profesión las mentiras que se ocultan tras el fenómeno de la posverdad.
Tomé "prestado" de..."Somos Medicina" / Aitor Guitarte (amigo)
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