Bikinis contra velos en Río
12.08.2016 La Nueva España |Ánxel Vence
Bikinis y velos se enfrentaron el otro día en un nuevo capítulo del choque de civilizaciones que esta vez tuvo su escenario en un partido de voleibol en las playas olímpicas de Río. A un lado de la red jugaban dos musulmanas tapadas de arriba abajo como manda el profeta: y del otro, una pareja de representantes de la libertina cultura occidental sin más atuendo que un breve bañador de dos piezas. Pocos deportes hay más vistosos y gratos a la pupila que el voley playa, mayormente cuando lo practica el equipo de Brasil. Tanto da si de mujeres o de hombres, los atletas brasileiros de esta especialidad lucen cuerpos admirables que son un canto a la vida. Como diría Julio Iglesias, hey.
No es fácil convertir un juego tan gozoso como este en un alegato contra los apetitos carnales; pero la pareja de jugadoras de Egipto obró el milagro. Enfrente tenían a dos alemanas, que tampoco es que sean la alegría de la huerta; pero al menos guardan la compostura y el bikini. Las egipcias, que proceden de un país musulmán de los que se definen como "moderados", acudieron a la playa cubiertas desde el tobillo hasta la raíz del pelo. Con el calor que debe de hacer estos días allá por el olímpico Brasil.
El velo les daba un vago aspecto de monjas en chándal a las esforzadas jugadoras que con ese atuendo pretendían guardar el pudor que su religión exige a las musulmanas. Lo malo es que hay erotómanos a los que estas cosas los excitan mucho más que la exhibición de las carnes a cuerpo gentil; con lo que el efecto podría haber sido justamente el contrario. En estos asuntos de la lujuria, ya se sabe que nunca se sabe.
Como quiera que sea, la pareja de Egipto logró llamar la atención de la prensa, que en general celebró la convivencia de civilizaciones en el nuevo espacio olímpico. No estaría uno tan seguro. Mucho es de temer, en realidad, que incluso un deporte menos caracterizado por la exaltación del músculo que por la de la curva y la belleza haya caído también bajo la letal influencia de los fundamentalistas. Y para más inri en Río de Janeiro, que pasa -o pasaba- por ser la capital mundial del libertinaje. Era de esperar que esto ocurriese algún día, visto el auge de las teocracias que gobiernan en nombre de Alá y mantienen bajo una severa dieta de invisibilidad a las señoras que, para su desdicha, viven en esos regímenes. Su rigor en materia de sexo supera incluso al del puritano régimen de Franco, que en su día llegó a prohibir la publicación de imágenes de trajes de baño "con señora dentro", según la extraordinaria definición del ministro Arias Salgado. Eso lo han superado con creces los nuevos enemigos de la carne. Son tantos que el feligrés interesado puede escoger entre los talibanes, los jeques del Golfo, los barbudos de Al Quaeda o el Estado Islámico de Siria e Irak, por citar solo algunos.
El último icono de esta tendencia lo representan esas dos jugadoras de voley playa cubiertas de refajos desde la cabeza a los pies frente a sus descocadas competidoras occidentales. Ver a esas pobres damas amantadas bajo el calor de Río da sudores. Aunque tal vez dé aún más miedo lo que ese atuendo simboliza.
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