Rosalia Cornejo-Parriego (Pennsylvania State University) publica en Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies:
"Del discurso de la enfermedad al discurso de la identidad en Juan Goytisolo"
Del artículo:
Sin duda alguna, el discurso clinico goytisoliano llega a su culminación en Las virtudes del pájaro solitario (1988) donde el Sida y la obra de San Juan de la Cruz comparten el protagonismo.
En esta novela, clínicas de desintoxicación, balnearios y psiquiátricos constituyen algunos de los espacios fundamentales donde "frailes comisarios malsines enfermeras doctores" se dan la mano. La caída de uno de los personajes—elemento misterioso de la trama—conduce a una enumeración minuciosa de las consecuencias médicas que tal acontecimiento acarrea: reacciones psicosomáticas, traslado al quirófano, radiografía craneana y consulta con el director del equipo de traumatología (47). La narración se vuelve más cruda cuando se refiere específicamente al Sida.
No sólo alude al certificado de seronegatividad (147), sino que también enumera los "síntomas agoreros del mal," "vómitos, diarreas, eritemas, manchas, bocas descarnadas" (123; 129) que presagian la "descomposición súbita de nuestro organismo en carroña" (16). La mirada médica revela una particular crueldad en la descripción de la agonía de la Seminarista:
…capsulada en su celdilla hermética, separada de las demás enfermas, cociéndose en la hediondez de su propia baba, visión de esperpento, demacrada, bubosa, toda uñas y pelo, arañaba furiosamente las paredes de su burbuja, quería salir y apestar el aire que respirábamos, los doctores habían puesto una cruz en sus organigramas y ya ni la atendían, sólo una enfermera con escafandra le servía la comida por un agujero ... La vimos descomponerse poco a poco como una papilla fungosa....(34)
La actualidad del Sida junto a su centralidad argumental le confiere especial dramatismo a Virtudes y la convierte, en el contexto de la narrativa goytisoliana, en la novela paradigmática de la enfermedad—no en vano la devastadora "plaga" irrumpe en la primera página de la novela.
Su encarnación, por otra parte, en la figura mítico-folclórica de la muerte sembrando la cizaña, el "pajarraco" del cuadro de Félicien Rops, lleva a cabo una verdadera mitologización de la enfermedad…
A modo de reconocimiento y homenaje...
(*) Juán Goytisolo
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