El síndrome por déficit de testosterona, asociado a síntomas
propios del envejecimiento natural, se ha transformado en enfermedad y ha sido objeto de una intensa actividad promocional en
los medios y las redes sociales, con la colaboración de expertos y de
sociedades científicas.
La estrategia ha explotado los tópicos culturales del envejecimiento y la sexualidad a partir de campañas de sensibilización, y es un caso paradigmático de invención y promoción de enfermedades. Se precisa una respuesta clínica y de
salud pública que denuncie tanto los abusos de la propaganda como
las carencias científicas en ella, y en general respecto a esta «no
enfermedad». (...)
España es diferente (pero no mucho)
En España, la propaganda del síndrome por déficit de
testosterona presenta algunas diferencias respecto a los países anglosajones.
Así, contamos con los dos sectores influyentes, los expertos y sus sociedades, y
las actividades de propaganda. Sin embargo, la información a los profesionales
está más dirigida a especialistas que a generalistas, principalmente de la
sanidad privada. Concentra mayores esfuerzos promocionales la asociación del
síndrome por déficit de testosterona con los problemas cardiometabólicos que con
los sexuales.
La imagen publicitaria típica del afectado de síndrome por déficit
de testosterona es, en los países anglosajones, un hombre de mediana edad
afligido por no estar a la altura en un mundo altamente competitivo, y en
nuestro país la diana de los mensajes es el «hombre normal» o «con la típica
barriga cervecera», que sin saberlo puede «tener detrás un problema importante:
una enfermedad, un riesgo cardiovascular y un riesgo de muerte.»
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Gracias a Enrique Gavilán por el agradecimiento...
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